Meditando sobre las razones del existir ante la adversidad
Luis Julián Salas Rodas
El Curso, inexorable, de la Vida nos depara, cuando menos lo esperamos, hacer frente a desgracias personales inesperadas cómo un grave accidente o una enfermedad catastrófica. Desgracias ante las cuales solo hay dos caminos posibles: o uno las reconoce, las afronta y hace acopio de todos los recursos y fuerzas disponibles y las supera, o, lo contrario, nos rendimos derrotados ante el peso de la fatalidad.
Es uno mismo, nadie más, en el ejercicio del libre albedrío y la conciencia reflexiva, quién toma la última decisión: vivir o morir. Decisión que, cómo dueños de nuestro cuerpo, debe ser respetada y acatada por quienes nos rodean y comparten la vida. Y si uno decide y opta por andar en el primer camino y sale victorioso, es porque logró convertir la desgracia, la adversidad, en un oportunidad de cambio, de transformación personal, de fortalecimiento, de agradecimiento, de revalorización de la vida, de la salud, de los vínculos familiares, de las relaciones sociales y de las amistades. Y, entonces, uno empieza a volver a apreciar, a disfrutar las cosas simples de la vida a las que antes no prestaba atención. Y sucede lo más interesante e importante: comenzamos, también, a valorar el escaso y efímero tiempo que nos queda por seguir trasegando en este diverso y maravilloso planeta del universo.
Luis Julián Salas Rodas
