LA FUNDACIÓN BIEN HUMANO:
80 AÑOS CON LAS
FAMILIAS COLOMBIANAS
Luis
Julián Salas Rodas
Sociólogo
Especialista y Magíster en Ciencias Sociales
Magíster
en Ciencias de la Educación
Director
Ejecutivo de la Fundación Bien Humano
LOS
INICIOS
Alberto Bernal
Nicholls y su señora Mercedes Restrepo de Bernal, ya fallecidos fue un
distinguido matrimonio de la sociedad de Medellín. El un
reputado médico e historiador “ad-honorem” de la ciudad y ella devota católica
y hacendosa ama de casa como correspondía a la época, principios de los años 30
del siglo XX. El destino elegido de su
luna de miel fue París a donde llegaron después de un viaje en
trasatlántico de 3 semanas. Aun no existían aviones comerciales que hicieran la ruta, sin
escalas, Bogotá-París. En esta ciudad doña Mercedes Restrepo de
Bernal conoció la obra social de las Damas de la Caridad
fundada por San Vicente de Paul, en 1617, patrono universal de la caridad. Las Damas de la Caridad era un grupo de
señoras católicas que tenían como
función acompañar a los sacerdotes en la
ejecución de las obras sociales de las parroquias, teniendo como guía las obras
de misericordia tanto espirituales como materiales. A su regreso de su viaje de bodas doña
Mercedes convocó a 9 amigas y las animó a crear en la ciudad un capítulo del
Comité de las Damas de la Caridad, lo
que se hizo realidad el primero de junio de 1934, siendo, por supuesto, doña
Mercedes su primera presidenta. Bajo la
consigna de “atender a las personas y a
las familias necesitadas en sus propios domicilios” cada una de las socias tenía a su cargo
alrededor de 15 familias a las que religiosamente visitaba con regularidad para
conocer y atender sus necesidades espirituales y materiales y luego, reportar
vía teléfono a la señora Presidenta. Su
obra principal fue durante 25 años la atención personal, familiar y comunitaria
en el barrio las Estancias, donde una de sus socias y presidenta, Luisa Ángel
de Henao de donó un terreno de 20
hectáreas. Un equipo de más de 300
voluntarias y profesionales se hacían
cargo de la obra social. En el año de
1966 la Sociedad cambia de nombre y
pasa a llamarse la Fundación para el Bienestar Humano. En 1971 vende todas sus instalaciones al
municipio de Medellín y comienza a dedicar todo su patrimonio y recursos
humanos a la promoción y educación familiar no solo en Medellín sino en todo el
territorio nacional.
DE
LAS FAMILIAS DE 1934 A LAS FAMILIAS DEL 2014
80 años es poco tiempo en la evolución del planeta tierra. 80 años es un buen indicador de esperanza de vida para una persona. 8 décadas son un buen tiempo de vida institucional para una organización. 80 años son mucho tiempo en la vida de un país y una sociedad. En 1934 el mundo, Colombia y Medellín eran muy diferentes a lo que son hoy en el presente. Veamos algunos aspectos del cambio:
En
lo demográfico y poblacional,
EVOLUCIÓN
Y PROYECCIÓN POBLACIONAL DEL MUNDO,
COLOMBIA Y MEDELLÍN
1934 - 2014.
1934
|
2014
|
2020
|
|
MUNDO
|
2.000.000.000
|
7.000.000.000
|
7.600.000.000
|
COLOMBIA
|
8.000.000
|
47.000.000
|
51.000,000
|
MEDELLIN
|
150.000
|
2.500.000
|
2.900.000
|
Fuentes: Wikipedia.
ONU. DANE. Municipio de Medellín
En el lapso de 80
años la población del mundo casi se cuadruplico, la de Colombia se multiplicó
por seis y la de Medellín creció 20 veces.
Las proyecciones nos muestran que el crecimiento demográfico seguirá. La extensión superficial del territorio no aumentado ni aumentará. En el mismo espacio geográfico deben habitar,
convivir, reñir, amar, circular, trabajar, dormir, recrearse cada vez un mayor
número de personas. El aumento de la
densidad poblacional por kilometro cuadrado es una variable que determina y
condiciona todos los aspectos de la vida económica, política, social, cultural
y familiar de la ciudadanía. Más viviendas, más vías, más demanda de servicios públicos, más basuras, más
contaminación. ¿Cuáles son los
verdaderos límites? No lo sabemos.
En
Colombia y Medellín,
Colombia no fue ajena
de la crisis económica mundial de 1929, sintió sus efectos. En 1930 el partido conservador perdió las
elecciones presidenciales después de 45 años de hegemonía, el partido liberal
asume el poder e inicia un período de transformaciones políticas y
sociales. En los años 30 Colombia era un
país eminentemente rural, el 75% de las personas vivía en el campo. La migración campo ciudad aún era incipiente,
así mismo el proceso de industrialización. El país carecía de vías de
comunicación y de infraestructura física.
En 1934 Medellín con 150.000 habitantes, ya se la conocía como “la
tacita de plata” donde la mayoría de las
personas y familias se conocían y trataban
en un entorno apacible, con un clima
primaveral, ausente de congestión vehicular y sin contaminación ambiental,
donde el premio mayor de la lotería de
Medellín pagaba $20.000 al afortunado ganador.
Situación
de la familia y la mujer
La moral católica
regia poderosa las conductas personales, familiares y sociales.
Sólo existía y era válido ante la ley el matrimonio católico, toda
relación o vínculo de pareja y de familia era considerada pecaminosa. El modelo patriarcal imperaba. El padre proveedor era amo y señor de la vida
de su esposa e hijos. Su palabra y gustos eran ley. Imponía su respeto por la
intimidación, el miedo y los castigos
físicos. Las expresiones amorosas y
afectivas entre los miembros de la familia eran muy limitadas. Sexualidad,
procreación y matrimonio formaban una unidad. Para las mujeres la iglesia
católica ofrecía el convento, la sociedad: la vida de ama de casa, de soltera
de obrera o de prostituta. Si bien podían acceder a la educación primaria y al
bachillerato pocas eran las mujeres que iniciaban y culminaban una carrera
universitaria. Solo hasta 1932 pudieron las mujeres colombianas disponer libremente de su patrimonio sin
permiso del padre o del marido. Hubo de
esperar hasta 1957 para alcanzar el derecho al voto. Solo hasta 1974 le fue facultativo a la mujer
quitar o conservar el apellido del marido en su firma. Ser esposa, ama de casa
y madre abnegada configuraban el ideal que la cultura, la sociedad y la familia
ofrecían a la mujer No existía el concepto
ni las implicaciones de ser madre adolescente, ni el delito de acceso carnal a
menor de 14 años. El mandato de la
religión y la cultura para la mujer era llegar virgen al matrimonio. El
matrimonio se concebía para toda la vida. No existía el matrimonio civil y
menos el divorcio. Las obras sociales, como las que llevaron a cabo nuestras
venerables Damas de la Caridad, constituían para las mujeres de la alta
sociedad un medio no solo de manifestar su fe católica sino de estatus social y
de ocupación de su tiempo libre, del cual gozaban pues disponían de servicio
doméstico.
Siete era el número
de hijos por mujer, la familia numerosa era la norma y la costumbre. Las casas eran espaciosas, unifamiliares y
hasta de tres patios. No se conocían y
menos estaba al alcance el uso de
métodos anticonceptivos. La vida
doméstica, la crianza y educación de los hijos
eran función y responsabilidad de la madre. “La letra con sangre” no solo se aplicaba en la escuela sino, también, en la
familia. Bajo la creencia de que la
“ropa sucia se lava en casa” se ejercían maltratos, abusos y malos tratos del
esposo a la esposa y de esta a los hijos.
De los hijos e hijas se exigía obediencia y acatamiento absoluto. El
deseo de los padres y no el de los hijos era el que se imponía. Además de” traer el pan bajo el brazo” los
hijos se consideraban una bendición. La
familia sin hijos, en especial en Antioquia, no era bien visto. La procreación, a semejanza de la virginidad,
era un mandato absoluto de la cultura y
la religión. El rezo diario del rosario y el
comer todos juntos en casa eran costumbres familiares arraigadas.
LA
SOCIEDAD Y LAS FAMILIAS CONTEMPORANEAS
Si la sociedad y la
cultura cambian, cambian, también, las familias. El desarrollo, en toda la
extensión del concepto, ha transformado las relaciones de la especie humana con
la naturaleza y con sus propios congéneres.
La ciencia, la técnica y la tecnología han avanzado como nunca
antes. Los medios de comunicación, de
transporte y la informática cambiaron los usos y prácticas y hasta contenidos
de la vida cotidiana. El mundo ya es la Aldea Global de la que hablaba el
sociólogo canadiense Marshall Macluhan en los años sesenta del siglo XX. . El
mundo occidental secularizó y la iglesia
católica perdió su influencia social y política. La moral religiosa ya no rige la conducta de
las sociedades y la ética civil tampoco ha logrado ocupar por entero su vacío.
La mayoría de la población mundial vive en las
ciudades. En Colombia, a diferencia de
1934, el 75 vive en los centros urbanos.
Para el 2030 se calcula que
será el 85%. El número de hijos por
mujer está en el 2.1%, el límite de la tasa de reposición. El promedio de personas por familia es de 4,
aunque siguen habiendo familias numerosas. El uso masivo de los métodos de
planificación familiar desestructuro la relación sexualidad, procreación y
unión marital. La reproducción “in
vitro” hizo posible la progenitura de parejas infértiles.
El área privada de
las viviendas se ha reducido en forma considerable. Las viviendas multifamiliares predominan
sobre las unifamiliares. La maravillosa vida de barrio es sustituida por
las impersonales normas de convivencia de la propiedad horizontal.
Va en aumento la población adulta mayor. Si bien la familia nuclear sigue siendo
representativa, nuevas tipologías familiares han irrumpido. Las familias monoparentales representan ya el
32%, mientras que las familias sin hijos y los hogares unipersonales también
aumentan. La diversidad y el poliformismo familiar son características
predominantes. Si la sociedad y la
cultura cambian, cambia, también, las familias.
En la investigación “Padres y madres en cinco ciudades
colombianas, cambios y permanencias”, terminada en el 2003, coordinada por la
doctora Yolanda Puyana, concluía con la evidencia de
la coexistencia de tres tipos de padres y madres: los de rasgos tradicionales,
como los ya descritos, en transición y otros en ruptura.
Con el paso del
tiempo serán menos los padres y madres con rasgos tradicionales y mayores los que den el paso a la transición
y a la ruptura. La dinámica y las
transformaciones familiares son cada vez
más rápidas e inesperadas. Lo grave del asunto es que carecemos en el
país de un acervo actualizado de nuevas investigaciones sobre familia. La información es ante todo cuantitativa y se
refiere más a las viviendas y los hogares que a las familias.
Hace 80 años padres y
madres tenían claro los contenidos y el ejercicio de una autoridad jerárquica, rígida y punitiva. No había lugar a la duda y a las sanciones. Los hijos se consideraban como propiedad de
los padres y estos se creían con derecho hasta de elegir la profesión o el
oficio de ellos. Hoy la situación es otra.
Muchos padres y madres no alcanzan a comprender los significados del enfoque de derechos y de las relaciones
democráticas al interior de las familias.
Se muestran confusos a la hora de aplicar las normas y ejercer la
autoridad. Perciben que los hijos se les
salen de las manos ya desde la corta edad de los tres años… Su imaginario y
deseo es el de tener hijos obedientes, “que
hagan caso”. Los hijos, a su vez, disfrutan, como nunca antes lo han hecho otras generaciones, de múltiples estímulos, innumerables objetos de
consumo y variadas oportunidades. En los tiempos de la virtualidad tienen
acceso a la información y a experiencias,
que tampoco generaciones anteriores tuvieron o que solo alcanzaron en la edad
adulta, pero, vaya paradoja, las tecnologías de la información son, también, un
riesgo y una fuente adicción tanto para ellos como para sus padres.
En los países
occidentales el movimiento feminista, y los estudios de género, reclamaron
derechos a la inclusión y a la participación en todos los frentes. Desde la legislación,
más no desde la cultura, la sociedad y la familia, se han eliminado todas las
formas jurídicas de discriminación contra la mujer. La doble jornada, el desempleo y los bajos
salarios siguen la siguen afectando. El
ideal de la maternidad ya no es tan preponderante como era antes. La necesidad de la cooproveduría económica
del hogar y el deseo de realización laboral y profesional son, además de un
vínculo de pareja o de crianza de los hijos, parte del proyecto de vida de las
mujeres del presente.
La vida urbana ha
conllevado el conflicto entre los tiempos personales, familiares y laborales,
generando un desbalance entre ellos donde entra a predominar el mayor tiempo
laboral sobre lo personal y familiar, afectando las funciones de la crianza, educación
de los hijos, la vida ciudadana, social
y de pareja. Las grandes empresas multinacionales
de la informática y de las tecnologías de la información ofrecen ya a sus
empleadas mujeres bonos en miles de dólares para que congelen sus óvulos y
aplacen la maternidad por prelación al trabajo.
Algo inimaginable en 1934. Como tampoco era imaginable
predecir, en esas calendas, que el premio mayor de la lotería de
Medellín fuera hoy no de $20.000 sino de $6.000.000.000, y que la apacible
villa se convirtiera en una urbe ruidosa, congestionada y con problemas
ambientales.
La vida moderna ha
traído consigo que los niños estén cada vez más al cuidado de terceras personas
privándose padres y madres del disfrute
y el goce de ver crecer a sus hijos y de ser las principales figuras de
identificación. Las familias de estratos medios y altos ya poco comen en familia porque el domicilio
y los restaurantes han hecho innecesario la mesa del comedor.
Hoy, en Colombia, es
válido el matrimonio civil y el divorcio
exprés. Las uniones libres se han
equiparado ante la ley con respecto al matrimonio religioso y el civil. La unión de parejas del mismo sexo son
reconocidas por la ley como familia.
La quiebra del
modelo patriarcal ha dado lugar a nuevos
discursos y prácticas de ser hombre y ejercer la paternidad. Las nuevas masculinidades es una propuesta
sugerente y viable de asumir para los hombres. Es una contracultura a la pervivencia
del machismo.
Si bien la modernidad
ha hecho de la violencia familiar y doméstica un hecho denunciable y un delito
aun persiste la familia como el espacio donde más se vulneran los derechos humanos, por parte de los hombres hacia las mujeres y los niños. Y así podríamos seguir ejemplificando los
cambios, las transiciones y las rupturas entre las familias de hace 80 años y
las de hoy.
Reconocemos que han
sido las familias, y en especial las rurales, las principales víctimas del
conflicto armado, las que han sufrido el desplazamiento violento, el despojo de
sus propiedades, las desapariciones, los secuestros, las masacres y el
reclutamiento de menores. Vemos con
beneplácito, como gracias a su gran capacidad de resiliencia y movilización
política ante el Estado y la sociedad hoy se hace efectivo su reparación, su derecho a conocer la verdad y la no
repetición. Deben ser las protagonistas
de los programas sociales y económicos del posconflicto.
Otro hecho
demográfico de importancia es la migración de colombianos hacia el exterior. Según
un estudio del Perfil Migratorio de Colombia, realizado en el 2012 por
Migración Colombia, DANE y Ministerio de Relaciones Exteriores, Colombia es el
país de Suramérica con mas emigrantes viviendo en el exterior: 4.700.000
personas. La migración no solo se debe a hechos políticos sino, que también, a
fenómenos económicos. Lo anterior ha
dado como resultado la existencia y configuración de miles de familias
transnacionales, donde padres y madres trabajadores envían remesas a sus hijos
y parientes; dicha cifra alcanzó los 4.071 millones de dólares en el 2013,
siendo Colombia el tercer país de
Latinoamérica que mas remesas recibe
después de México y Guatemala.
(Fuente: Banco de la
República). ¿Y, por que motivos se
envían remesas? Por los lazos de
solidaridad, responsabilidad y vínculos afectivos que establecen las familias,
así no se comparta la vida cotidiana bajo un mismo techo, ni haya
presencialidad.
Como ven resulta complejo realizar un balance
valorativo de los cambios y transformaciones culturales, sociales y familiares
de los últimos 80 años. En algunos aspectos ha sido positivo, en otros no y a
otros tópicos que permanecen y resisten. No es posible conciliar y mantener en
el tiempo lo mejor de cada época.
REARFIRMACIÓN
DE LA MISIÓN Y DE LA FAMILIA COMO
AGENCIA FORMADORA DEL SER HUMANO
Ya no tenemos la
legión de damas voluntarias, ni atendemos a las a las personas y a las familias necesitadas en sus propios domicilios”
Dejamos de ser una entidad confesional y
asistencial para convertirnos en una organización de desarrollo social y nunca
hemos dependido de otra organización nacional o extranjera.
Lo que si hemos
mantenido y mantenemos es el trabajo con y para las familias como objeto
misional. El reto ha sido conocer,
investigar, apoyar y acompañar a las familias y a sus integrantes en los
cambios y transformaciones hacia la contemporaneidad. No partimos de un ideal tipo de familia, lo
que nos importa no son tanto las tipologías,
la composición, si son completas o incompletas, lo más importante es que
las familias, independiente de su configuración, cumplan con las funciones que
el Estado, la sociedad y la cultura
les asigna. Lo que las familias no hagan
o se encarguen en la formación, protección y cuidado de sus miembros le toca
asumirlos, después, al Estado, la sociedad y las comunidades.
Aceptando y
reconociendo que no es posible dar una definición completa, totalizante y
universalmente aceptada de familia, en la FBH afirmamos que ella es “un grupo de personas de distintas
generaciones unidad por vínculos de parentesco, afectivos, de apoyo y
solidaridad, que nos acompañan por siempre y para siempre, en todo el ciclo
vital de la existencia”.
Afirmamos la
importancia del afecto entendido como la
aceptación emocional y sentimental del niño por parte de los padres, madres y
la familia, unido a la posibilidad de contar con adecuadas figuras de identificación
para el proceso socializador, constituyen el mayor compromiso y responsabilidad
que le compete a la familia en relación con la infancia. Sigue siendo vigente
aquello de que “la palabra enseña pero el
ejemplo arrastra”.
El establecimiento de
un fuerte vínculo afectivo entre padres e hijos se convierte en un factor de
protección no solo para prevenir la soledad,
el maltrato, y el abandono físico y emocional hacia la niñez sino,
además, para contrarrestar el riesgo del fenómeno de la des-responsabilización
de los progenitores con la crianza y los cuidados. El establecimiento de
vínculos afectivos pertenece a la esfera de la vida íntima de las familias;
ante su ausencia o disfuncionalidad poco pueden hacer el Estado y la sociedad. Es una función que compete exclusivamente a
las familias. El vínculo afectivo es el
que asegura los contactos, la comunicación y los encuentros de por vida entre
padres e hijos; sin vínculo afectivo se instala la indiferencia, la
incomunicación, el olvido dando lugar a una vejez muy triste y desolada de los
progenitores.
Consideramos que los
padres y madres biológicos o adoptantes, o quienes hagan sus veces, son las
personas más importantes para los infantes.
Es con ellos con quien gustan de pasar la mayor parte del tiempo, con
quien quieren caminar en la calle tomados de la mano. Y sin embargo cuantos
padres y madres desaprovechan este tiempo esencial en la vida de sus pequeños hijos
para amarlos, para formar, para establecer lazos de confianza, para dar
ejemplo. Cuando esto sucede los años
siguientes de la crianza se vuelven más dolorosos y difíciles para todos en la
familia.
No pueden, padres y
madre, ser considerados como otros agentes educativos de más. Su ausencia,
presencia, interés y deseo de estar con los hijos es determinante. Los otros agentes educativos pueden y de
hecho apoyan pero no los sustituyen.
Las familias no son
las causantes ni las responsables de todos los males que les acontecen a las
personas y a la sociedad pero si podemos decir que en toda problemática social
de cualquier grupo poblacional la familia está asociada y que para su solución
es indispensable contar con su concurso.
No vemos a la familia tanto como núcleo fundamental de la sociedad, sino
como agencia fundamental de la formación del ser humano.
En Antioquia sus
habitantes siguen afirmando que la familia es la institución más importante y
en la que más confían y con la que más interactúan, según reciente estudio de
la Universidad EAFIT denominado “Creencias,
representaciones y capital social en Antioquia”. Padres y madres, no
abandonantes ni maltratadores, se ufanan de decir que todos sus esfuerzos y
sacrificios son motivados por “sacar los hijos adelante”.
El Estado y la
sociedad no pueden prescindir de la familia en cuanto a los cuidados domésticos
de las personas. Es lo que se conoce
como la “familiarización de la crianza y los cuidados. La llamada economía del
cuidado contabiliza en las cuentas nacionales el tiempo no remunerado que la
familia y especialmente las mujeres realizan en la vida doméstica. Según cifras del DANE en Colombia su aporte
se estima en cerca del 20% del Producto Interno Bruto del país, lo que equivale
a 75.000 mil millones de dólares, cifra nada despreciable. Así que las familias
colombianas no solo mueven la economía con el consumo de los bienes de la
canasta familiar sino que contribuyen con sus vínculos afectivos, no
remunerados, al bienestar de toda la sociedad y a menores costos para el
Estado.
Soñamos, y trabajamos
para ello, que lleguen los días en que las familias colombianas dejen de ser las
receptoras de las limosnas, de la beneficencia, del asistencialismo estatal y
privado, para convertirse en actoras de su propio desarrollo y destino. Nos
complace mucho que el tema de familia se esté, en el buen sentido, “desfemenizando”,
y que ya empiece a estar en el primer orden de la agenda pública y política del
país y de las organizaciones internacionales.
Pasemos ahora revista
a los programas y proyectos actuales de la Fundación Bien Humano.
PROGRAMAS
Y PROYECTOS ACTUALES DE LA FUNDACIÓN BIEN HUMANO
Seis son nuestras
líneas de trabajo con y para las familias:
- Promoción y prevención: su objetivo es proporcionar a las familias y a los agentes educativos contenidos y metodologías para una mejor vida en familia y comunidad. Las series radiales, Vivamos en Familia, Familia Siglo XXI y Construyendo con las familias, los talleres reflexivos, los encuentros de niños, de pareja y familia, y los diplomados de prevención del embarazo en adolescentes y el ciclo vital familiar conforman esta línea. En esta línea hemos hecho presencia en 32 departamentos y 524 municipios del país.
- Alfabetización de adultos: leer y escribir la realidad para ser libres: su objetivo es contribuir a elevar el nivel educativo de padres y madres de familia desde una perspectiva de inclusión social y de apoyo sicosocial. Los hijos viven y padecen la pobreza de sus progenitores. Elevar su nivel educativo es posibilitarles una mejor calidad de vida, de empleo, de ingresos y de dignidad.
- Prevención del embarazo en adolescentes: su finalidad es disminuir la prevalencia de embarazos en adolescentes entre los 11 y 18 años. Influir en los jóvenes, de ambos sexos, para que sean personas más conscientes de sí mismas, capaces de decidir autónoma y responsablemente sobre el momento propicio para optar por la maternidad y la paternidad. Este programa se realiza en instituciones educativas oficiales con la participación de los docentes, padres y madres de los jóvenes.
- Empresa Familiarmente Responsable: esta iniciativa tiene por fin sensibiliza, asesorar y acompañar a las organizaciones para que adopten medidas voluntarias, con sus empleados y trabajadores en la conciliación de los tiempos personales, familiares y laborales. Las medidas de conciliación son las que permiten el disfrute del trabajo, de los logros e interés personales y el disfrute de la vida en familia.
- Política Pública de Familia: la Ley 1361 de 2009, de protección integral a la familia, ordena a los entes territoriales a formular y ejecutar la política pública de familia a nivel nacional, departamental y municipal. Esta ley reconoce a la familia como sujeto colectivo de derechos, posibilitando reclamar del Estado y la sociedad un tratamiento distinto a la condescendencia y los favores del clientelismo. En este sentido hemos participado, bajo un convenio de asociación, con la Gobernación de Antioquia, en la construcción del documento de marco estratégico para la formulación de la política pública en el departamento de Antioquia. Hacemos parte, además de la Mesa Departamental de Familia. Con las instituciones colegas del Comité Interinstitucional de Familia CIF, a saber, Centros de Formación Familiar, Centro persona Y Familia y la Corporación Presencia Colombo Suiza, participamos, desde hace 22 años, de la política pública de familia de Medellín, la cual es reconocida en todo el país por su finalidad, objetivos y resultados.
- Investigación social y en familia: Desde hace 40 años la Fundación Bien Humano adelanta estudios, diagnósticos, evaluaciones, sistematizaciones y publicaciones en torno a la realidad de las familias, sus integrantes y problemáticas. Solo conociendo la génesis, las causas, las motivaciones y las consecuencias de los fenómenos que atañen a las familias y su entorno es posible diseñar y realizar programas y proyectos que impacten y posibiliten cambios de actitud y de comportamiento. Para tal fin la Fundación dispone para su servicio y el de la comunidad un centro documental especializado en temas de familia, género, grupos poblacionales y políticas sociales.
Permanencia y cambio son
factores clave en la sostenibilidad de una organización. Permanencia de los ideales, de los
principios, de la buenas prácticas, de las lecciones aprendidas; cambio para
enderezar el rumbo, para conocer otras miradas, para emular a los que saben,
para no perder vigencia. En la FBH lo
permanente ha sido el trabajo con las familias; han cambiado las modalidades de
atención, el enfoque, el tipo de programas. Cambiamos de nombre pero permanece
la convicción de que sin las familias no es posible aportar a la construcción
de una sociedad más justa, pacífica y democrática.
¿Y que podríamos
decir de sociedad y de las familias, de la Fundación Bien Humano y de nosotros
mismos dentro de 80 años, en el 2094?
Solo un imaginativo ejercicio de ciencia ficción podría aventurar
hipótesis de cómo se conformaran las familias, de cómo asumirán las tareas de
los cuidados, crianza y formación de los hijos, lo único seguro es lo inevitable
e inatajable de los cambios; de nosotros mismos si podemos decir, por
anticipado, que ya no viviremos para contar el cuento porque otras generaciones
se encargaran de hacerlo.
Nos complace que la
celebración de estos 80 años coincida con la proclamación, por parte de las
ONU, del Año Internacional de la Familia.
Agradecemos el legado de las damas fundadoras, a los socios y socias
activas del presente, a los empleados por creer, soñar, resistir, persistir y
nunca desistir en el cumplimiento de la misión institucional. A todos ustedes nuestro agradecimiento por su
tiempo, interés y presencia en este evento conmemoratorio de nuestra vida
institucional.
IV Foro de Prevención
del Embarazo Adolescente
Medellin, 13 de junio de
2013
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