LAS REDES SOCIALES DE LA EDAD DIGITAL: ¿EL FIN DE LA
VIDA PRIVADA E ÍNTIMA DE LAS PERSONAS?
Por:
Luis Julián Salas
Rodas
Sociólogo
Universidad
Pontificia Bolivariana
Especialista y Magíster
en Ciencias Sociales
Universidad de
Antioquia
Magíster en
Ciencias de La Educación
Universidad París
XII
Luijus34@gmail.com
Twitter: @LuisJulianSalas
Blog en Google:
familia y otros
Medellín -
Colombia
Contenido
1. Los orígenes. 1
2. El reconocimiento del derecho a la intimidad
de las personas. 2
3.
¿En qué consiste el derecho a la intimidad de las personas?. 3
4. El arribo a la Edad Digital y sus impactos. 3
5.
Las redes sociales en la Edad Digital 5
6.
¿Son o no las redes sociales de la Edad Digital el fin de la vida privada e
íntima de las personas?. 7
El objetivo de este ensayo es el
de dilucidar los cambios, las implicaciones e interrelaciones entre las esferas
de la vida pública, la vida privada y la vida íntima de las personas desde la
antigua Grecia hasta las redes sociales de la Edad Digital, y en que ha quedado
el derecho humano a la salvaguardia de su intimidad.
La pensadora política HannaH
Arendt (1906-1975) solía decir que no se consideraba una filósofa, en su libro
la Condición Humana, publicado en 1958, argumenta que los seres humanos
nos movemos en tres esferas, ámbitos distintos pero interrelacionados: la vida
pública, la vida privada y la vida íntima.
Es en Occidente, en las ciudades-estado, la Polis, de la antigua
Grecia donde tiene origen el concepto de lo público, entendido como todo aquello
que se puede ver y oír por todas las personas. El Ágora era la plaza
pública donde se reunían los ciudadanos, los propietarios libres a deliberar y
decidir los asuntos políticos, las leyes. Era también un espacio de comercio y
encuentro social. Nos dice Arendt que para los griegos la vida activa, una
vida meritoria era aquella destinada a la discusión, al discurso, al debate, a
la oratoria, a la confrontación de las ideas entre pares. Es allí, en el Ágora,
donde nace la dialéctica como búsqueda de la razón y la verdad del conocimiento,
y la retórica el arte de la persuasión, donde se daban cita los
filósofos y los sofistas. Y el ser propietario y tener riqueza era
condición sine qua non para poder dedicarse por entero a los asuntos
públicos en el Ágora. La familia, la esposa, los hijos/as y los esclavos, que
no eran considerados ciudadanos, era el espacio de la vida privada, de las
labores domésticas necesarias para la satisfacción de las necesidades
materiales y reproductivas. La Polis griega fue una democracia restringida
a la participación de hombres propietarios.
En la antigua Roma ya no fue el
Ágora sino el Foro, la plaza, el espacio público, donde se congregaba el pueblo
para tratar los negocios o los asuntos públicos. Res Pública era
expresión latina para referirse a la esfera de la política, de la cosa
pública, al Estado, para diferenciarla de la esfera de la vida
privada. El Senado fue una de las
instituciones políticas de los períodos de la Monarquía, la República y el
Imperio en Roma cuyos miembros eran elegidos por los cónsules y censores. El
Senado controlaba la economía, la administración, el ejército y la política
exterior. La familia hacia parte de la vida privada siendo el hombre el denominado
Pater Familias, el Dominus, el gran señor, investido de poder absoluto,
como en Grecia, en la vida y muerte de su esposa, hijos/as y esclavos. Figuras
que dieron origen al régimen patriarcal familiar y que tuvo gran influencia
hasta bien entrada la Época Moderna, cuando los movimientos feministas de
liberación lo denunciaron y combatieron tanto en lo social, como en lo político
y lo jurídico hasta debilitarlo como forma de organización familiar por su
opresión a la mujer y los hijos/as.
No existió en Occidente, tanto en
las sociedades esclavistas como en el régimen feudal de la Edad Media, una vida
íntima de las personas, entendiendo por esta, un ámbito propio de pensamientos,
emociones, pensamientos y creencias que no hay obligación de dar a conocer o compartir
con otras personas.
Hechos y procesos históricos como
el Renacimiento, los inicios del capitalismo, el ascenso y consolidación de la
burguesía y el pensamiento y las ideas del liberalismo fueron configurando el
reconocimiento y la importancia del individuo en la sociedad, cuyo mayor hito
fue la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en la Revolución
Francesa de 1789.
El Totalitarismo, del cual Hannah
Arendt también reflexionó y escribió, Los orígenes del Totalitarismo, es
un régimen político cuyo propósito consistió en el control absoluto de la
sociedad, vida pública, privada e íntima de las personas por parte del Estado y
sus organizaciones. Los campos de concentración fueron el dispositivo para el
exterminio físico de los disidentes políticos y las minorías étnicas que se
resistían a su hegemonía. Las masas sobre los individuos. Las sociedades
democracias liberales, en cambio, reconocieron, además de los derechos humano,
los derechos económicos, sociales y culturales para todos sus ciudadanos/as.
Fue en Estados Unidos donde, por vez
primera, en 1890, los jueces, en un artículo, hicieron la declaración explícita
del derecho a la privacidad de las personas. (Derecho a la intimidad,
Wikipedia). Se sustento el derecho a la intimidad como el derecho a no ser
molestado, ni observado, y a excluir a otras personas del conocimiento de
asuntos del fuero interno. El derecho a la privacidad es el respeto a la
reserva, al secreto, la confidencialidad y a la no intromisión. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos de las naciones Unidas, de 1948 en su
artículo 12 estableció el derecho a la vida privada como un derecho humano
fundamental:
Nadie será objeto de
injerencias arbitrarias en su vida privada, ni su familia, ni cualquier
entidad, ni de ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a
la protección de la Ley contra tales injerencias o ataques.
El Pacto internacional de
Derechos Civiles y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos
de San José de Costa Rica también se pronunciaron sobre el respeto y garantía
de los Estados al derecho a la intimidad.
La Constitución Política de Colombia de 1991, en su artículo 15 consagra
que:
Todas las personas tienen
derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe
respetarlos y hacerlos respetar.
Cuando se pregunta a una persona:
¿En qué éstas pensando?, es una intromisión indebida a la vida íntima. Muy
distinto es preguntarle a esa persona que emita una opinión sobre un tema en
particular y el decidirá si contesta o no. Decía Arendt que: la conciencia
es la caja de resonancia de la razón. La conciencia es uno de los ámbitos
propios de la vida íntima. Cada persona es dueño, amo de sus pensamientos y sus
silencios. La vida íntima así entendida no debe ser confundida con la vida de
intimidad de la pareja que implica las relaciones sexuales y erótico afectivas,
y la cohabitación, siendo un asunto exclusivo de la pareja en la cual no deben
inmiscuirse los hijos/as, si los hay. Como también pertenece a la vida íntima
del hijo/a adolescente si se masturba o no, independiente del parecer de los
padres. Cada integrante de la familia, de acuerdo a su edad y capacidades,
tiene el derecho a que los otros miembros de la familia respeten su vida
íntima, si esta no perjudica a los demás. Recordemos que la Constitución
Política de Colombia también reconoce el derecho al libre desarrollo de la
personalidad, a la autonomía e identidad personal, es decir elegir, sin intromisiones
ni presiones de ninguna clase, el estilo de vida según sus propios gustos e
intereses. Lo cierto también, es qué en los espacios reducidos, en
hacinamiento, en que les toca a millones de familiar convivir resulta muy
difícil a cada integrante del hogar salvaguardar su vida íntima. Aquí se
contraponen dos derechos, que no deberían serlo, el derecho a una vivienda
digna versus el derecho a la intimidad. Dos derechos que en condiciones
adversas no pueden cumplirse.
Antes de la invención de la
telefonía fija, el correo aéreo y terrestre, la radio y la televisión el único
medio de comunicación al que tenían acceso las personas y las familias en sus
hogares, siempre y cuando sabían leer y escribir, era la prensa, los
periódicos. Mediante ellos se informaban de las noticias y sucesos locales,
nacionales e internacionales. Fueron estos los más importantes medios masivos
de comunicación que imperaron en el mundo de la Edad Industrial (1800-2000).
Los periodistas y los dueños de dichos medios eran quienes seleccionaban y
editaban las noticias que según sus criterios e intereses debían conocer sus
usuarios, quienes poca o ninguna injerencia y participación tenían en los
contenidos. Todo empezó a cambiar con el
inicio de la Edad Digital. (Las edades de la globalización: geografía,
tecnología e instituciones. Jeffrey D. Sachs, Ariel Editores. Bogotá. 2021).
La Internet, el correo electrónico, la WEB, la virtualidad, los navegadores, el
computador personal, las tabletas, la telefonía celular, los teléfonos
inteligentes, las redes sociales, los blogs, es decir todos los artefactos de
la Edad Digital. (El profesor Sachas enuncia y explica en su libro las siete
edades de la globalización desde los últimos 70.000 años: la Edad Paleolítica
(70000-10000 A.C); la edad Neolítica (10000-3000 A.C); la Edad Ecuestre
(3000-1000 A.C); la Edad Clásica (1000 A.C – 1500 D.C); la Edad Industrial
(1800-2000); y la Edad Digital (siglo XXI.)
La Edad Digital es un hito, un
punto de inflexión, en la historia de la humanidad que transformó las maneras
de relacionarnos y comunicarnos. Llegaron para quedarse. Los adelantos de la
ciencia, la técnica y la tecnología se imponen. En muy pocas ocasiones tienen
reversa. Y como todo en la vida tiene pros y contras. Debemos a la Edad Digital
la democratización de las opiniones y del conocimiento que antes eran de
difícil acceso y uso. Cada usuario puede hacer las veces de periodista, de
reportero, de comunicador social, de denunciante de actos ilícitos y de
corrupción por medio de un audio, video o texto, acciones antes reservadas a
los periodistas profesionales de los medios de comunicación tradicionales.
Gracias a los portales, navegadores y redes sociales ha sido posible para la
ciudadanía global, nacional, regional y local informarse mejor y participar en
la Opinión Pública de los hechos políticos y la actividad electoral, antes
monopolio de los medios de comunicación tradicionales. En este sentido la
virtualidad, el ciberespacio creado por la Edad Digital nos rememora el Ágora
griego y el Foro romano. Un resultado negativo ha sido el exceso de información
y desinformación, las Fake News, los engaños, las manipulaciones y las
mentiras, las fuentes dudosas y no confiables, la manipulación deliberada. Una
labor difícil y compleja es la de separar el oro de la escoria. Sin embargo,
fue gracias a la virtualidad que las personas pudieron en lo más intenso de la pandemia
del COVID – 19 seguir trabajando desde sus hogares para asegurar los ingresos y
la sostenibilidad de sus familias. Y la Edad Digital también ha sido fuente de
riqueza y de generación de millones de empleos y de emprendimientos económicos,
en las áreas del software y el hardware, tanto en los países del primer mundo
como en los países en vías de desarrollo.
Uno de los impactos más
transformadores de la Edad Digital en la vida privada y la vida íntima de las
personas es como las redes sociales facilitan, hacen posible establecer
contactos, relaciones y vínculos amorosos para conseguir pareja o sexo mediante
encuentros virtuales. La socióloga Eva ILLouz (1) ha acuñado el concepto de capitalismo
emocional para explicar y dar cuenta de la creación de un mercado virtual y
global de citas, de oferta y demanda, donde las personas compiten entre sí diseñando
perfiles, construyendo narrativas de su curso de vida y ofreciendo sus
atractivos físicos y atributos sociales en redes y portales. Un mercado
emocional que factura cientos de millones de dólares y que se nutre de la
exposición pública de las vidas privadas e íntimas de las personas. Contactos,
relaciones y encuentros que no siempre culminan bien y donde se corren riesgos
de ser engañados por impostores/as profesionales que van tras el dinero, las
cuentas bancarias y las tarjetas de crédito de las personas incautas. ¿Y qué
decir, de más, de los peligros de las redes de pederastas que bajo el
encubrimiento de la web oscura trafican con fotos y videos de pornografía
infantil? Así que los impactos de la Edad Digital han sido de muy diversa
índole para la economía, las sociedades, las personas y sus familias. (1) Intimidades
congeladas: las emociones en el capitalismo. Katzeditores. Buenos Aires.
2007).
Y la Edad Digital también ha
impactado en las relaciones padres-hijos/as en cuanto a la dificultad de
establecer un equilibrio entre la comunicación presencial, cara a cara, y la
comunicación virtual. La Internet tiene la paradoja de acercar a las
personas lejanas y alejar a las personas cercanas. La atención permanente a
las pantallas restringe los momentos de diálogo y conversación entre los
integrantes de la familia. Cuando cada miembro de la familia dispone de un
celular inteligente es preciso establecer normas que regulen su uso en el
hogar. Es necesario que los padres establezcan para sus hijos/as pequeños un
control parental en cuanto a acceso a contenidos, contactos, horarios y tiempo.
Desafortunadamente este precepto no se cumple siempre en las familias. Dice el
renombrado psiquiatra español Enrique Rojas:
Los jóvenes están bombardeados
por una lluvia de Internet y redes sociales que al final no controlan. Hasta
hace pocos años, el orden en la educación y el proceso de socialización era: la
familia, el colegio, los amigos…Hoy es otro: las redes sociales, los amigos, el
colegio… y al final la familia. El panorama ha cambiado dramáticamente (…) Las
redes sociales crean un mundo ficticio donde uno está permanentemente
comparándose con los otros y se fabrica un estilo de vida superficial y
epidérmico. Muchos adolescentes caen en estados depresivos al ver que sus
expectativas no están al nivel de la realidad. Yo insisto mucho en que los
chicos tengan modelos de identidad sanos, fuertes, atractivos, que arrastren
con su fuerza y ejemplo. (www.elmundo.es).
Así que los impactos de la Edad
Digital han sido de muy diversa índole para la economía, las sociedades, las
personas y sus familias. Otro fenómeno de la contemporaneidad es la expresión
de
nuevas formas de organización
familiar (Ver capítulo II: Familia y diversidad) entre las que se destacan el crecimiento
de los hogares unipersonales. La exaltación de la libertad, de la
individualidad, él no compromiso de pareja, él celo por resguardad, a toda
costa, la vida íntima y la búsqueda incesante de satisfacción personal explican
el aumento de los hogares unipersonales donde, también, es notorio la adopción
de mascotas como un medio de paliar la soledad, de dar salida a la
emocionalidad rodeándose de compañía animal. (Ver capítulo II: la familia
multiespecie: ¿otra forma de organización familiar?). (Ver sobre hogares
unipersonales: www.latinspot.com).
El acceso a la Internet es considerado, ya,
como otro servicio público fundamental como lo son el agua, la electricidad, el
alcantarillado y la recolección de las basuras. El acceso a este servicio no aun, en muchos países, una realidad para
la mayoría de su población. Factores económicos pesan como una gran limitante. La
brecha digital entre los nativos, los migrantes digitales y los analfabetos
digitales sigue persistiendo.
Las redes sociales no son
invención, como algunas personas creen, de la Edad Digital. En las edades
anteriores existían y operaban redes sociales personales, familiares y
comunitarias en asuntos como la seguridad, el cuidado, el trabajo voluntario,
la cooperación económica, las manifestaciones de solidaridad, la ayuda
colectiva, los vecindarios, etc. Eran redes locales y circunscritas a una
población y un territorio determinado. Estas redes sociales, que no han
desaparecido y siguen funcionando, implicaban el contacto y la presencialidad.
El concepto de red es tomado de la naturaleza, del tejido hecho por las arañas
para atrapar y devorar a otros insectos. La red funciona porque hay una araña que
la construye y la repara continuamente. Lo social de una red es que implica la
interrelación y comunicación permanente entre las personas que la integran. No
cabe el concepto de una red unipersonal ausente de relaciones con otras
personas.
Entonces, ¿qué es, pues, lo
novedoso, lo impactante de las redes sociales de la Edad Digital? Varios
aspectos: el alcance planetario de su difusión, los cientos de miles de
colectivos, organizaciones y los millones de personas que las integran, que se
comunican a través de ellas, la diversidad de contenidos, la frecuencia
exponencial los contactos, la pertenencia simultanea de las personas a
diferentes redes.
Facebook, Instagram, You Tube,
WhatsApp, TiK Tok, Tinder, Linkedin Twitter, Pinterest, Telegram, Snapchat son
algunas de las más importantes redes sociales de alcance global creadas en la
Edad Digital. Cada red social tiene unos
contenidos y un público objetivo muy definido de acuerdo a sus edades y gustos.
La clave de la inmensa acogida y permanencia de los usuarios es la gratuidad en
su conexión y su uso, gratuidad que tiene su contraprestación en el acceso y
disposición a la información de la vida privada e íntima de las personas. Con
cada me gusta o no me gusta, con cada clic que demos al teclado de un
computador, tableta o teléfono celular, las empresas informáticas dueñas y
controladoras, mediante el empleo de complejos algoritmos, recopilan, ordenan,
almacenan, perfilan y venden la información a empresas que ofrecen bienes y
servicios a los consumidores. La
adicción compulsiva a las pantallas, desde edad temprana, el estar en forma
permanente conectado a una red, cada vez dedicando más tiempo, la ansiedad que
se genera al perder o no poder conectarse, el no lograr los me gusta que
se esperan recibir al enviar un mensaje, audio o video, el ser excluido o
bloqueado en un chat, el acosar o ser acosado, son situaciones que se derivan
de pertenecer y ser activo en una red social digital. Ser un bloguero/a, influenciador/a
o un youtubero/a famoso/a ganar mucho dinero y poder vivir, a tiempo
completo, de tal oficio es el sueño, el deseo, la ilusión de muchas personas de
las generaciones de milenios y centennials.
Llama la atención los casos de
familias en la red You Tube que filman, para sus suscritores, el día a día, la
cotidianidad dentro del hogar, la disposición y decoración de los espacios, las
conversaciones entre los integrantes, la realización de las labores domésticas,
el trato y relación con sus mascotas, sus gustos y preferencias, la promoción
de artículos comerciales para incrementar la venta entre sus suscritores, etc,
etc. Es decir, hacen público todos los aspectos de lo que conforman la vida
privada de una familia, a cambio de percibir ingresos de patrocinadores,
ingresos que se incrementan en la medida que aumentan el número de sus
suscritores y de sus likes. Y lo
máximo de esta actividad de difusión en la Internet para un usuario/a es lograr
que su mensaje, su video, su trino se haga viral en las redes sociales y sea
reproducido, retuiteado, ciento, miles, millones de veces en las redes sociales.
Cada me gusta obtenido inflama, hace crecer el Ego.
La generación incesante de
imágenes, videos y contenidos se hace indispensable para garantizar y mantener
cautiva a los cientos, miles o millones de seguidores. Y gran parte de esas
imágenes, videos y contenidos tienen origen en momentos, situaciones y eventos
de extraídos de la vida privada y de la vida íntima de las personas. La Stasi, el
Ministerio para la Seguridad del Estado de la antigua República Democrática
Alemana tenía como misión espiar la vida privada e íntima de sus habitantes. De
cada sospechoso de atentar contra la seguridad del Estado se recopilaba
información, almacenada en carpetas, suministrada por micrófonos ocultos, agentes
infiltrados, familiares, vecinos y amigos. En la película El Mundo de los Otros
se presenta la forma como dicho espionaje se llevaba a cabo. Hoy en día la
tecnología, sus artefactos y las redes sociales han hecho obsoleta las formas,
por parte del Estado, se conocer la vida privada e íntima de sus ciudadanos/as.
Hoy son ellos y ellas quienes, en forma gratuita y consentida, suministran no
solo al Estado, al Gobierno sino, al conjunto de la sociedad, esa información y
conocimiento, mediante las grandes firmas informáticas ya citadas; firmas muy
poderosas que saben evadir y enfrentar los intentos de regulación estatal. Otro
fenómeno concomitante, son las cámaras de reconocimiento facial, que se
encuentran por miles y miles en las calles y espacios públicos de las ciudades
y que junto al mecanismo del monitoreo satelital de GPS instalados en los
teléfonos celulares inteligentes dan cuenta de los sitios, fechas y horas de
nuestros desplazamientos y encuentros. Y hablando de cámaras hay que mencionar
los riesgos que implican las cámaras Webcam y el spyware que tienen la capacidad
de espiar y vigilar las imágenes y contenidos violando la privacidad, que se
instala en cualquier dispositivo y puede rastrear nuestras visitas a la Web
para vender nuestros datos a anunciantes, así como las contraseñas para
robarnos los ahorros bancarios y comprar con las tarjetas de crédito, o acceder
a nuestros contactos de correo electrónico para enviarles mensajes no deseados.
Esta exposición incesante,
continua e irrefrenable de contenidos, imágenes, opiniones de la vida privada e
íntima de las personas, y de las familias, ha incidido, en la práctica, a
borrar los límites, las fronteras del pasado entre la vida pública, la privada
y la íntima. Decíamos al principio del ensayo, retomando a la pensadora
política Hannah Arendt, que para los antiguos griegos de las Polis la
esfera de lo público era todo aquello que se pudiera ver y oír. Y cuando una persona sube a las redes sociales
escenas o situaciones de su vida privada o íntima las hace públicas, o sea
pasan a ser parte del dominio público, con el agravante que en el mundo de la
virtualidad quedan, para siempre, huellas, rastros de lo que allí se suba. De
allí que los empleadores acudan a las redes sociales para averiguar el tipo de
mensajes, relaciones y vínculos que tuvo o mantiene el solicitante y así negarle
o aceptarlo. Igual práctica realizan algunos países para, entre otros
requisitos, aceptar o negar visas.
Las dudas, las preguntas que hay
que hacer es ¿qué tanto sigue vigente el derecho a la intimidad reconocido por
la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los tratados internacionales
y la Constitución Política de Colombia? ¿Qué tanto se viola el derecho humano a
la intimidad cuando la propia persona autoriza su conocimiento público de la
misma al darla a conocer en las redes sociales de la cual es usuario? ¿Por el
reconocimiento, la figuración y la aceptación social las personas están
dispuestas a exponer en las redes sociales su vida personal, privada, familiar
e íntima? ¿Son, pues, las redes sociales de la Edad Digital el fin de las
esferas privadas e íntimas de las personas? Los hechos confirman que sí, que en
la Edad Digital esos límites y fronteras, antes claramente definidos, han
perdido su validez. Y este asunto va tomando otros ribetes, otros asomos no
esperados con los nuevos desarrollos del mundo de la virtualidad, de la
realidad aumentada, de la inteligencia artificial: el Metaverso y los avatares
así lo anuncian. ¿Qué es el Metaverso? ¿Qué es un avatar?
Un Metaverso es un entorno
donde los humanos interactúan social y económicamente como avatares en
el ciberespacio, que actúa como una metáfora del mundo real, pero sin sus
limitaciones físicas o económicas. (www.es.digitaltrends,com).
Un avatar es una identidad
virtual que escoge el usuario de una computadora o de un videojuego para que lo
represente en una aplicación o sitio web. (www.significados.com).
Concluyendo. ¿Las personas
que decidan convertirse en avatares y llevar una vida en el Metaverso, en
paralelo a la vida real, será una nueva vida pública, donde se mezcle, también,
lo privado y lo íntimo? ¿Y a cuál de las
dos vidas, la real o la del ciberespacio, le dedicaran más tiempo y la
consideraran más significativa e importante? Varios son los interrogantes e
incertidumbres que nos asaltan de cómo serán las sociedades, las familias, los
colectivos y la cotidianidad de las personas. Con sus más y sus menos, los
ámbitos de la vida privada y de la vida íntima constituyen un refugio, una protección
material, afectiva y emocional contra las hostilidades y dificultades que
depara las contingencias inesperadas de la vida pública. Sin una verdadera vida
privada e íntima que proporcione alegría, felicidad, tranquilidad, las personas,
las familias quedan vulnerables y frágiles, sin apoyos. ¿Sera éste el costo que
todos nosotros, personas de la Edad Digital, Edad que apenas comienza,
estaremos dispuestos a seguir pagando para no quedar relegados, excluidos, al
margen, ¿tanto de la realidad como de la virtualidad del mundo contemporáneo?