FAMILIA Y CULTURA EN COLOMBIA:
1968-2018 50 AÑOS DE VIGENCIA DE UN TEMA
Luis Julián Salas Rodas
Sociólogo
Especialista y Magíster en Ciencias
Sociales
Magíster en Ciencias de la Educación
Blog en Google: familia y otros
Medellín - Colombia
Tres son los objetivos de este ensayo argumentativo: 1) dar cuenta de
los cincuenta años de la obra cumbre de la antropóloga colombiana Virginia Gutiérrez
de Pineda: Familia Y Cultura en Colombia;
2) comentar algunos cambios, transformaciones y permanencias de las familias durante este período de
tiempo, 3) rendir homenaje a su vida,
memoria y obra científica.
Antecedentes y contexto
Familia y Cultura en Colombia: tipologías, funciones y dinámica de la
familia. Manifestaciones múltiples a través del mosaico cultural y estructuras
sociales, fue la obra cumbre de la antropóloga y etnóloga colombiana,
profesora emérita de la Universidad Nacional de Colombia, Virginia Gutiérrez de
Pineda. (Q.E.P.D.). En la presentación que en 1968, año de su publicación, el
antropólogo Miguel Fornaguera señaló:
En ella por primera vez en Colombia se desarrolla el tema de la familia
de manera científica y sistemática, buscando
establecer un marco teórico general, dentro del cual se incorpora y organiza la rica variedad de
formas familiares que presenta la realidad de nuestra vida colectiva. A las
versiones monolíticas, estereotipadas e ideales de “una familia colombiana” la
autora contrapone el variadísimo mosaico tipológico desarrollado bajo la
influencia de subculturas regionales, áreas urbanas y rurales, clases sociales,
formas de tenencia y propiedad, etapas del ciclo vital de la institución, etc.
Sin proponérselo, sin ánimo polémico, mostrando la escueta y compleja realidad,
la autora destruye una gran cantidad de mitos interpretativos y actuantes,
creados en Colombia alrededor de esta institución fundamental.
Ciertas y aún vigentes las
palabras del antropólogo Fornaguera, quien en 1968, fungía como Director de
Investigaciones de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional
de Colombia, acerca de la importancia y los alcances de la publicación de la
doctora Virginia.
En 1993 el antropólogo Hernán
Henao Delgado (Q.E.P.D.) alumno de la Doctora Virginia era Director del
Instituto de Estudios Regionales de la Universidad de Antioquia, Iner, hizo
posible la tercera edición de Familia y
Cultura en Colombia. 25 años después
de su primera publicación el
antropólogo Henao escribió en el prólogo los siguientes comentarios:
Hoy, más que ayer, las palabras
de Fornaguera tienen validez- Porque en este libro se encuentra una guía
teórica y metodológica para comprender el polimorfismo familiar característico
del país.
El mapa de la familia en Colombia – porque no puede hablarse de familia
colombiana- tiene en las ciudades una complejidad que ya insinuaba la autora al
enseñar el peso de las uniones consensuales como respuesta a los patrones
cerrados impuestos por la Iglesia y el estado de la época.
Las imágenes culturales con las cuales, aún hoy, se tipifican las
regiones, se definen con precisión en esta obra. En ella se dibujan los rasgos
característicos de los hombres y las mujeres de los distintos complejos culturales
colombianos.
Este libro sugiere también a las nuevas generaciones de investigadores
sociales caminos para abordar el trabajo en zonas de frontera cultural, que el
país representa tanto los nuevos territorios que se han incorporado a la
economía y a la política –Urabá, Magdalena Medio, Orinoquia, Amazonia, Pacífico
– como los centros urbanos en donde las tipologías se entrecruzan para producir
el resultado polifórmico antes enunciado.
Pero existe además un énfasis en la obra de la autora que no se ha
resaltado hasta ahora: los estudios de género. Ella es pionera, tanto nacional
como internacionalmente, en esta problemática, porque mucho antes de que el
movimiento feminista pusiera el dedo en la llaga de la opresión masculina,
Virginia estaba formulando tesis sobre las variantes del machismo en Colombia,
sobre los cambios por regiones en las actitudes de las mujeres respecto a su
función materna y sus demandas eróticas y afectivas. Las imágenes del hombre y
la mujer recogen sus estudios de los complejos culturales regionales. La
reconstitución familiar la lleva a repensar los estatus y roles del padre, la
madre y el hijo en el contexto de la familia padastral y las familias
superpuestas. La familia sin hijos, como opción homo y heterosexual, la ha obligado
a tocar las fibras más sensibles del mundo cultural urbano en conformación en
el país.
La socióloga, antropóloga, alumna y colega de la profesora
Virginia escribió, también, del libro Familia
y Cultura en Colombia:
En este contexto y con rigor metodológico, Virginia Gutiérrez de Pineda
muestra por primera vez que el país tenía no una familia, sino una variedad de
tipos de familiares que clasifica y describe con minuciosidad, para concluir
que cada variedad tipológica responde a la interdependencia con contextos ambientales, sociales, económicos,
religiosos, culturales y psicológicos de características específicas en cada
“complejo cultural”, delimitados y dibujados por ella en el mapa de Colombia,
para luego seguir clasificando con más detalle sus particularidades en los
diversos estratos socioeconómicos de cada región. Es un trabajo de filigrana
que exige una mente curiosa, atenta y reflexiva, además de una inmensa
capacidad organizativa. (2).
Previo al libro de Familia y Cultura en Colombia, investigación
que inicio en 1965, la profesora
Virginia publicó, en 1963 el texto: La
Familia en Colombia. Trasfondo Histórico. De este libro dice la autora que
surgió cuando:
Yo empecé a preguntar por qué esta diversidad. Por qué Antioquia es
así, por qué Santander es asá. Por qué no puedo compararlo con Nariño y con
Boyacá. Por qué la Costa es diferente. Entonces me dije, eso tiene que tener un
origen y me fui a los archivos y empecé a rastrear la familia india, la familia
negra y la familia blanca y luego la inculturación de los tres.
Vino en seguida el cuestionamiento por el presente, por las
características de cada región…que factores intervinientes están pesando en
cada región. La religión, la economía, la educación, para conformar unidades
opuestas y distintas…Esas regiones no resultan de intuiciones mías sino de muestreos y de cifras estadísticas
complementarias. (1).
Mientras en la investigación de La Familia en Colombia. Trasfondo Histórico
la profesora Virginia se basó en fuentes documentales, secundarias, de los
cronistas españoles y los archivos históricos para estudiar los orígenes y
sistemas de la familia india o americana y la hispánica, la negra y el mestizaje, en la investigación
de Familia y Cultura en Colombia ella
fue al terreno, a los sitios de vida de las familias, contactó las fuentes
primarias, hizo empleo de muestreos representativos, aplicó
cuestionarios, y usó diferentes herramientas metodológicas, cuantitativas y
cualitativas, así como técnicas de
inmersión etnográfica que le posibilitaron contrastar la evidencia empírica
encontrada con la construcción teórica de los Complejos Culturales. Dos
investigaciones que se complementan, dos momentos distintos, de un solo plan de
estudio y de trabajo frente al tema de familia.
Permanencias y nuevas realidades políticas, familiares, sociales y
culturales
Cincuenta años, cinco décadas,
han transcurrido desde la primera edición del libro Familia y Cultura en Colombia.
Muchos, variados, profundos y diversos cambios han atravesado las
familias, urbanas y rurales, del país Transformaciones resultado de, también,
cambios en los órdenes político, económico, social y cultural de la sociedad,
el Estado colombiano y del mundo. En los años sesenta del siglo XX imperaba el
régimen político bipartidista de liberales y conservadores del Frente
nacional que pacificó al país de la
violencia política de los años 40 y 50 pero que dio origen a los movimientos
guerrilleros que persistieron durante las cinco décadas siguientes y que junto
con los grupos paramilitares y agentes del Estado dieron origen al
desplazamiento forzado y de refugiados
de millones de personas y familias del país.
El modelo hegemónico y
mayoritario de la familia nuclear, papá, mamá e hijos, herencia histórica del
régimen patriarcal occidental fue cuestionado desde los movimientos feministas
y derogado desde la Ley, aunque subsiste en las creencias y mentalidades de
personas y sectores de la sociedad. La industrialización, la migración
campo-ciudad, la larga permanencia del conflicto armado, entre otras causas,
han dado como resultado que el 79% de la población del país viva en los centros
urbanos que representan tan solo el 15% del territorio nacional mientras que el
15% de la población reside en el 85% del territorio, es decir en la ruralidad.
Hoy existen alrededor de 14.000.000 de hogares y 49.000.000 de habitantes
mientras que en 1968 vivían alrededor de 20.000.000 millones. En cincuenta años
el país duplicó su población. La tasas
global de fecundidad pasó de siete hijos por mujer se pasó a dos hijos dando
como resultado variaciones significativas en los aspectos demográficos de la
población y el tamaño de las familias: efectos, además, de las políticas y
programas de planificación familiar. (Encuesta Nacional de Demografía y Salud
(ENDS). 2015).
Con la denominación de la
categoría de Complejo Cultural Virginia Gutiérrez describió y analizó, desde
una perspectiva e inmersión etnográfica, cuatro Complejos Culturales: el andino
o americano; el santandereano o neo-hispánico; el negroide o litoral fluvio minero; y el antioqueño o de montaña. (La
doctora Virginia señala en el prólogo de la investigación la ausencia de otras
zonas del país que no pudo estudiar por problemas de orden público como los
departamentos de Tolima, Huila, Meta y lo que en esos años se llamaban los
Territorios Nacionales). En cada uno de
dichos Complejos la autora estudió y dio cuenta del hábitat, las instituciones,
la economía, la religión, el status y función,
y la tipología familiar. La tesis planteada y demostrada era que
Colombia al ser un país de regiones y diverso en lo social y cultural lo era
también en la estructura, funcionamiento y tipología familiar.
La categoría de los Complejos
Culturales Familiares sustentada por la profesora Virginia desde la
investigación social, en los años sesenta del siglo XX, fue precursora del reconocimiento jurídico y
político que la Constitución de 1991 hizo de Colombia como un Estado-Nación
pluriétnico y multicultural donde la mezcla, el mestizaje, de tres culturas: indígenas, europeos y
africanos asentadas en distintas regiones del territorio conformaron un país
diverso en todas las expresiones de la vida humana y social. La profesora
Virginia tiene el mérito de haber sido la primera estudiosa en demostrar, con
rigurosa evidencia científica desde la antropología, la sociología y la
etnografía, que la formación histórica de la familia en Colombia no obedecía a
un único modelo hegemónico de corte católico, apostólico y romano, imperante en
todo el territorio, tal como afirmaban,
en su época, eminentes jerarcas y laicos
católicos sino que tenía origen, como ya lo mencionamos, en la diversidad de estructuras, composición
y tipologías familiares de acuerdo con la región que se habitaba. Regiones muy
delimitadas geográficamente y con pocas vías de comunicación terrestre entre sí
por los obstáculos que imponía la agreste naturaleza de entonces. Este
reconocimiento al valor y riqueza de la socio diversidad y multiculturalidad de
las poblaciones en sus formas de vida, habla, acentos, tradiciones, costumbres,
hábitos alimenticios, pautas de crianza, sistemas de creencias y régimen
económico, fue la base al posterior
reconocimiento, también, de los derechos políticos y a la permanencia en
los territorios ancestrales de las etnias indígenas, los afrodescendientes, los
raizales y el pueblo Rom, en Colombia, en la Constitución de 1991.
En el caso específico del complejo cultural de montaña o antioqueño lo caracterizaba,
así, la doctora Virginia:
La institución religiosa alcanza en este complejo su plenitud máxima,
como posición en la sociedad y proyección ética sobre el individuo y la
estructuración familiar. La unidad doméstica se configura con base en el
matrimonio, siendo este complejo el que suministra más altos porcentajes de
nupcialidad, mínimos de relaciones de relaciones consensuales y lógicamente los
más altos índices de legitimidad. Las uniones de facto, marcadamente escasas,
aparecen en las zonas urbanas y en los linderos del complejo con otras
subculturas. La familia presenta un marcado sabor patriarcal, y fuerte nexos familiares en la unidad
extensa unilineal uterina. (Op.Cit. Pág.: XXXIII).
En el 2013 la Gobernación de
Antioquia, la Universidad EAFIT y la firma encuestadora INVAMER realizaron el
estudio: valores, representaciones y
capital social en Antioquia. En dicho estudio se indagó a 2.400 personas, de 9 subregiones, del departamento
su percepción respecto a la familia como institución llegando a la siguiente
conclusión:
Independientemente de cualquier consideración teórica o normativa, la
familia es la institución en la que más confían los habitantes de Antioquia.
Los datos apenas difieren en pocos puntos porcentuales entre la metodología de
encuestas y la metodología experimental. La familia goza de más confianza que cualquier grupo informal o formal
de la sociedad civil y mucha más confianza que cualquier entidad estatal, por
lo cual puede afirmarse -sin lugar a dudas- que es parte fundamental de la
estructura básica de la sociedad antioqueña (…) La familia, en Antioquia,
también es también es el principal medio
de socialización de las personas. Cada habitante del departamento se relaciona
en promedio con 6.4 familiares, diferentes a los que viven con él en el mismo
hogar. (3).
La referencia, arriba citada, da
cuenta de que a pesar del tiempo transcurrido, 45 años, y los cambios en la
familia del complejo cultural de la montaña o antioqueño, las personas de este
departamento la siguen percibiendo y valorándola en forma positiva.
UBICACIÓN GEOGRÁFICA
DE LOS COMPLEJOS CULTURALES
1965 – 1968
Fue ella quien acuño el concepto
de polimorfismo familiar varia denominar las distintas formas de organización
familiar que puedan darse en una
sociedad. Concepto que no ha perdido vigencia. Todo lo contrario, por cuanto
sigue denominando las dinámicas de cambio de las familias del país en las
distintas regiones y centros urbanos, tal como lo registra la investigación de
la Encuesta de Demografía y Salud, ya citada:
En cuanto a los tipos de familia, un tercio del total de los hogares
del país (33.2%) se conforma por familias nucleares biparentales (ambos padres
e hijos), 12.6% por nucleares monoparentales (falta el padre o la madre) y 9.8%
de ellas por parejas sin hijos; 12,8% son ocupados por familias extensas
biparentales (pareja, más hijos sol o casados y otros parientes); 2.9%
pertenecen a parejas sin hijos junto con otros parientes y 4.5% de los hogares
del país vive el jefe con otros parientes. (www.elheraldo.co/12
de diciembre de 2016).
Fuente: Encuesta Nacional de Demografía y Salud. Profamilia. 2015.
Un fenómeno creciente en los
últimos cincuenta años es el constante
aumento de las uniones maritales de hecho o uniones libres de las parejas que
no optan por el matrimonio religioso o civil:
El Mapa Mundial de la Familia 2015, un informe elaborado por Child
Trends y Social Trends Institute, ratificó los indicadores que ha venido
mostrando Colombia desde el 2010 en materia de estructura familiar y que lo
dejan como el país con mayor registro de adultos en edad reproductiva, 15 a 49
años, que viven en unión libre, con un
35%, entre 49 naciones valoradas. Colombia reporta el índice más alto de
Suramérica de niños que nacen por fuera del matrimonio, con un 84% (…) también
presenta los porcentajes más altos de la región de niños que viven con un solo
padre (27% y sin sus padres (11%) y el más bajo en cuanto a niños que viven con
sus dos padres (62%)
En 1968, con la Ley 75, se creó,
en la administración del presidente Carlos Lleras Restrepo, el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, con el propósito de atender a “la niñez
desamparada” bajo la modalidad de Hogares Infantiles y los casos de demanda de
paternidad. En la actualidad la atención a la Primera Infancia es una política
pública reconocida por la Ley.
En 1989, con la expedición del
Decreto 2737, se crean las Comisarias de Familia con el fin de atender la
problemática de la violencia intrafamiliar, de pareja. El maltrato y el abuso sexual. Si bien el
Estado y la sociedad colombiana dispone, ya, de una institucionalidad y
normatividad, en estos temas la problemática sigue activa de lo cual dan cuenta
las estadísticas oficiales. Hoy como ayer la violencia y la agresión se siguen presentando
en las relaciones familiares con mayor frecuencia e intensidad que la violencia
social y política. No ha sido posible desterrarla de la mentalidad, de las
creencias y de las pautas de crianza. La violencia como forma de resolver los
conflictos interpersonales e intrafamiliares sigue anclada y legitimada en la
cultura.
Un hecho positivo de estos
últimos cincuenta años ha sido la
participación, el avance de las conquistas y derechos de la mujer en la
familia, la sociedad, la educación y los ámbitos laboral y político. La Ley eliminó todas las formas
legales y jurídicas de discriminación a la mujer. Los movimientos feministas,
las organizaciones comunitarias de mujeres, y los aportes de la academia en los estudios
de género han contribuido, sin duda, al cambio favorable de la percepción e
inclusión de las mujeres. La reducción del analfabetismo y el acceso masivo de
las mujeres a todos los niveles de la educación formal son hechos notorios e
importantes del cambio social en el país. Sin embargo, aún persisten creencias
y prácticas discriminatorias y machistas que ponen obstáculos y ejercen
violencia contra ellas. A diferencia de
hace cincuenta años cuando no se hablaba del enfoque de género y del enfoque de
los Derechos Humanos nuevos discursos y prácticas cuestionan el ejercicio
autocrático del poder en las familias con el propósito de construir nuevas
relaciones de respeto, de igualdad y democracia entre sus integrantes. Se aboga
por la “democracia en la familia y la familia en la democracia” para superar
las situaciones de discriminación, exclusión y arbitrariedad heredadas del
antiguo régimen patriarcal, el cual era avalado por el Código Civil de 1873, la
iglesia católica y las costumbres sociales.
Un hito histórico para las
familias del país fue el reconocimiento de ellas como Sujeto Político en la
Constitución de 1991, lo que no había en la Constitución de 1886. Este
reconocimiento hizo obligatorio para el Estado la protección integral, la cual
se desarrolla, con la promulgación de leyes como la Ley 294 de 1996 de Violencia Intrafamiliar, luego,
en la Leyes 1361 de 2009 y en la 1857 de 2017. La Ley 1361 le concede a las familias otro
reconocimiento: el de Sujeto Colectivo de Derechos y Obligaciones. 19 derechos para
las familias y 10 deberes, para el Estado y la sociedad y de acuerdo al
principio de corresponsabilidad, otorgan esta Ley a las familias; también
obliga a los entes territoriales a formular políticas públicas para apoyar y
fortalecer a las familias en sus jurisdicciones. Sin embargo, aún no todos los entes
territoriales han acatado el mandato de la Ley
y lo que es más grave y preocupante es que las familias siguen
desconociendo los derechos otorgados, no los reclaman por cuanto no han tomado
conciencia del alcance que pueden tener si obran como Sujeto Colectivo de
Derechos y Obligaciones. Para ello es indispensable que dejen de ser percibidas
como objeto de la beneficencia, la caridad, la filantropía y la asistencia
permanente del Estado, la sociedad, la cooperación internacional, las ONG y las iglesias. Se requiere un cambio radical
en la mirada y las acciones de los actores sociales y políticos frente a las
familias por cuanto ellas deben pasar de ser el sujeto pasivo de las
intervenciones a constituirse en el sujeto activo de su propio destino, es
decir, asumirse como actor social y político con capacidad propia de agencia,
representación, interlocución y decisión. Para el logro de este propósito es
menester que las políticas públicas, de apoyo y fortalecimiento, posibiliten y
motiven este cambio. Es menester, también, insistir en afianzar el enfoque de
los Derechos Humanos como salvaguarda de la dignidad humana y de la vida digna,
enfoque que debe articular y conciliar la unidad persona-familia en el sentido
de hacer compatibles los derechos individuales de las familias con los derechos
colectivos de las familias. La Constitución de 1991 reconoció a los niños, niñas, adolescentes,
mujeres y personas mayores derechos específicos, los cuales se han ejercido
mediante la formulación y ejecución de políticas públicas lideradas por los
entes territoriales del Estado. De lo que se trata es articular estas políticas
con los lineamientos ordenados por las Leyes 1361 de 2009 y 1857 de 2017 y con
las políticas departamentales y municipales de familia.
Hace cincuenta años no existía la
concepción neoliberal del Estado y la sociedad que hoy rige el desarrollo del
capitalismo a nivel global. Un paradigma
que apela a la exaltación, a ultranza, del individualismo, de la competencia en
contra de la colaboración y la solidaridad que brindan las relaciones familiares y comunitarias. El
neoliberalismo ha hecho del Mercado el lugar, máximo, de satisfacción, de los
deseos, del éxito, del reconocimiento, de la acumulación de riqueza de los individuos
en desmedro de otro tipo de esfuerzos cooperativos y de vínculos estrechos
entre las personas. La ideología neoliberal hace creer al individuo que sus
logros de vida pueden darse apelando, de manera preferente, a su propia
gestión, a sus propias capacidades biológicas e intelectuales sin tener que
depender de ningún grupo humano o institución del Estado.
El psicólogo, Doctor en Ciencias
Sociales y profesor de la Universidad de Antioquia Mauricio Bedoya Hernández
expresa al respecto:
El sujeto contemporáneo producido por el neoliberalismo es aquel que
debe saber que cuenta con unos recursos humanos que lo habilitan para generar
ingresos, pero, al mismo tiempo, reconoce que está sometido, como cualquier
empresa, a los riesgos e incertidumbres inherentes al mercado; en consecuencia,
es un sujeto que debe hacer gestión de sus capacidades y asumir costos y los
riesgos psíquicos y materiales de su supervivencia, convirtiéndose en
empresario de sí mismo y desresponsabilizando al Estado. (4).
El aumento de los hogares unipersonales, en
todos los países occidentales, es muestra que la vida personal puede prescindir
de la vida familiar cotidiana así se mantengan, con poca frecuencia y baja
intensidad, relaciones y comunicación con la familia de origen. Más, sin
embargo, persiste en el imaginario popular la
familia nuclear como la idealización de la familia completa y anhelada
mientras que la realidad, la academia y las altas cortes nos señalan las
estructuras, composición y dinámicas de las nuevas formas de organización
familiar. Subyace en las propuestas
oficiales la tendencia a hacer visibles, en las familias, concepciones y prácticas
de lo que la socióloga, investigadora y experta en temas de familia, María Cristina Palacio Valencia ha denominado la nostalgia restaurativa y adaptativa de la
familia. (5).
En los cuatro Complejos
Culturales que la antropóloga Virginia Gutiérrez dio cuenta, en la década de
los años sesenta del siglo XX, se denota el peso que aún tenía la vida familiar
en las creencias, actitudes y conductas de las personas. El peso de las
tradiciones, las costumbres y normas se hacía sentir en el mantenimiento de los
vínculos afectivos y emocionales. Tener y hacer parte activa de una familia era fundamental para la
aceptación social y el desempeño laboral de las personas. Hoy como resultado de
la asunción por parte de las instituciones de tareas y funciones antes de
desempeño exclusivo de las familias y de la exaltación de la ideología
neoliberal, algunas de las funciones a
ellas asignadas se han despontenciado. Unas para bien y otras no tanto. Las
funciones de socialización primaria, de expresión emocional y de vínculos
afectivos estables se han debilitado. Cuando situaciones de maltrato, abuso, violencia y de agresión, física y sicológica, se instalan en la comunicación, en la la cotidianidad y en las relaciones intrafamiliares la familia deja de ser un entorno protector de sus integrantes para convertirse en un entorno destructor de los mismos. Los
adelantos tecnológicos de la virtualidad y la influencia de las redes sociales
han impactado el funcionamiento y la dinámica de las familias de una manera
imprevista y apenas nos estamos ajustando y tomando medidas ante estas nuevas realidades.
Otro cambio notable, desde 1968
hasta el presente, ha sido la pérdida de poder e influencia de la iglesia
católica en la vida social, personal y familiar como lo hacía y se reconocía en
el pasado. Desde el púlpito y desde la jerarquía eclesiástica la iglesia
católica impartía normas, regulaba conductas y determinaba directrices públicas
en concordancia con su moral religiosa y el Estado confesional regido por la
Constitución de 1886, donde sólo se reconocía como legal el matrimonio católico,
por cuanto no podían los creyentes de esta religión casarse por lo civil sin
renunciar a su fe, so pena de excomunión, (Ley 14 de 1887), y no era posible el
divorcio sino la nulidad del matrimonio. El madresolterismo que antes era condenada por la iglesia católica y la sociedad, la que era vista como una patología socia hoy, dentro del concepto de libre desarrollo de la personalidad y las técnicas de reproducción in vitro, es considerada como una opción de vida que no implica estigma o disfuncionalidad. El paso de un Estado confesional a uno
laico, dado por la modernidad y la reforma al concordato con el Estado Vaticano
de 1973 (que permitió que los católicos se casaran por lo civil sin renegar de
su fe, además de permitir el divorcio civil), y la Constitución Política de
1991 influyeron, en forma decisiva en dicho cambio. Sin embargo la pérdida del
estatus social y político de la iglesia católica ha visto la aparición, y
consolidación, de nuevas iglesias cristianas y evangélicas, que a tenor del
principio constitucional de la libertad de cultos, han prosperado en las
creencias y prácticas religiosas de las personas y familias del país.
El decreto 2820 de 1974 reconoció
iguales derechos para hombres y mujeres y eliminó la institución de la potestad marital, heredada del régimen de la
familia patriarcal romana, que obligaba a la mujer obediencia y sumisión al esposo, dando a ambos la custodia
compartida de la patria potestad sobre los hijos.
Con relación a las políticas
sociales del Estado para las familias ha habido avances objetivos que antes no
se tenían.: un avance el apoyo del cuidado y atención de la infancia para los
padres y madres trabajadoras. Un avance la garantía de la gratuidad de la
educación primaria y secundaria oficial que antes debían pagar las familias. Un
avance la cobertura y el acceso a los sistemas de salud y seguridad social. Un
avance la política de subsidios a los servicios públicos domiciliarios de las
familias de estratos bajos. Un avance la extensión de acceso a la vivienda de interés social con subsidio a la cuota inicial y la tasa de
interés.
Hoy las familias están en la
agenda pública, se hacen visibles, son del interés de los actores sociales y
políticos. El Estado las considera como medio y objetivo en los programas de
superación de la pobreza y la cohesión social. Existe una política pública de
apoyo y fortalecimiento reconocida por el Estado a cargo del Ministerio de
Salud y Protección Social y una Ley, la 1361 de 2009, que obliga a los entes
territoriales a formular la política pública de familia en sus jurisdicciones
bajo el reconocimiento de Sujeto Colectivo de Derechos y Obligaciones. (6).
La familia sigue siendo el primer
grupo social de formación y socialización del ser humano, con capacidad de
agencia y de transformación social si el Estado y la sociedad las apoyan y acompañan siguiendo el principio constitucional de
corresponsabilidad. La propuesta, de iniciativa parlamentaria, de crear el
Ministerio de Familia va en el mismo sentido de reconocer su importancia en el
diseño, implementación y consecución de mayores recursos. (Ver en Google: ¿Qué
puede y no puede hacer un Ministerio de Familia por las Familias de
Colombia?).
Sin caer, tampoco, en la
ideología del familismo, en el sentido que las familias no son ni la salvadoras
ni las destructoras de la sociedad si es conveniente su fortalecimiento como
contrapeso a las acciones de la ideología neoliberal que privilegia el
individualismo y el despliegue máximo delas capacidades al servicio de los
intereses del mercado. Los valores humanos de la solidaridad, la colaboración y
la afectividad que se dan en las familias como, capacidad de agencia y
formación del ser humano deben seguir promoviéndose para contrarrestar la
influencia, de carácter hegemónica, que pregona la ideología neoliberal. Y esta
importante tarea debe hacerse, de manera preferente, en los tiempos de la infancia
y adolescencia de los hijos.
Situación y perspectivas de la investigación en familia
De la producción investigativa de
la doctora Virginia la profesora Ximena Pachón, de la Universidad Nacional
escribió:
Cuando se explora la obra de Virginia Gutiérrez de Pineda asombran
muchas cosas, pero tal vez es la “exuberancia” la característica que más llama
la atención. Exuberancia en cuanto al monto de su producción, la que fue
infatigable desde el principio hasta el fin. Exuberancia que surge igualmente de
cada una de sus obras, mirada aisladamente. Dentro de su vasta producción no
existe ninguna obra que se refiera a un aspecto pequeño, que esté
circunscrita a un espacio geográfico de
dimensiones reducidas o que abarque un lapso de tiempo reducido. Su visión
siempre fue macro, abarcó todo el país, o máximo se circunscribió a una región
específica, como fue el caso de Santander. Pero en estos casos, el número de
variables que tomaba, el cúmulo de información que recogía, que sistematizaba y
analizaba era tal, que convertía sus estudios en empresas de grandes
dimensiones. (7).
Si bien la academia y los centros
de investigación social no han dejado de realizar estudios, cuantitativos y
cualitativos, acerca de los cambios y las dinámicas de las familias del país,
estos estudios se han circunscritos a regiones, centros urbanos y localidades,
y a asuntos específicos y puntuales. No hay una línea interdisciplinaria,
continua y permanente de investigación en familia en el país. La verdad es que desde la publicación de Familia y Cultura en Colombia, en 1968,
no se ha realizado en Colombia una investigación sobre las familias del alcance, la profundidad y el impacto del
realizado por la doctora Virginia Gutiérrez de Pineda. Sin embargo es de
destacar la ejecución de tres investigaciones, en una alianza de universidades
públicas, coordinada, por la trabajadora social y profesora especial de la
Universidad Nacional Yolanda Puyana Villamizar: Padres y Madres en cinco ciudades colombianas: Cambios permanentes,
(2003): Familias colombianas y migración
internacional: entre la distancia y la proximidad (2013); y la organización social del cuidado en cinco
ciudades colombianas (2018). Otras investigaciones importantes de mencionar
fueron las realizadas por la socióloga Ligia Echeverri Ángel, en 1984, sobre La familia de hecho en Colombia: constitución,
características y consecuencias socio jurídicas; y, La nupcialidad en Colombia, de las sociólogas Lucero Zamudio y Norma
Rubiano, en 1991
Después de Familia y Cultura en Colombia la doctora Virginia publicó otros
estudios importantes tales como: Estructura
función y cambio de la familia en Colombia, 2 volúmenes en 1975; El gamín: su albergue social y su familia,
en 1978; Honor, familia y sociedad en la estructura patriarcal. El caso de
Santander, en asocio con Patricia Vila; y Miscegenación y cultura en la Colombia colonial 1750 – 1810, 2
volúmenes, en asocio con su esposo
Roberto Pineda Giraldo, en 1999.
Están en mora las universidades, los centros de investigación y Colciencias
en emprender, en alianza, en cofinanciación y bajo un enfoque
interdisciplinario, una investigación de corte nacional que permita una
comprensión científica y global de las permanencias y transformaciones de las
familias del país en los últimos cincuenta años. Disponemos, es cierto, la
Encuesta Nacional de Demografía y Salud,
ENDS, que cada cinco años, desde 1990, realiza la ONG Profamilia, con el apoyo
de otras entidades nacionales e internacionales, pero no es suficiente por
cuanto la Encuesta no contempla todas
las dimensiones relevantes que se requieren para el fin propuesto. De gran
interés sería conocer los cambios y
reconfiguraciones en los Complejos Culturales a la luz de los procesos de
desarrollo del país, las consecuencias
del conflicto armado, sus víctimas, los delitos de lesa humanidad, los
cultivos ilícitos, el desplazamiento de millones de personas de sus territorios
de origen a otros territorios y muchas otras circunstancias y acontecimientos
de orden nacional e internacional que han tenido influencia en la cotidianidad
de las familias. Solo la investigación social, permanente, y pertinente, da la
posibilidad de conocer las nuevas realidades de las familias para poder
contextualizar las políticas públicas, los programas de intervención y la
legislación. En este sentido celebramos la iniciativa de la Fundación Antonio
Restrepo Barco al establecer el premio
anual, en dinero, a los investigadores en familia del país.
Palabras finales…
Virginia Gutiérrez de Pineda fue
pionera en los estudios científicos de la familia en Colombia. Ella trazó
caminos, oriento rumbos, dio líneas de acción, influyó en los decisores,
públicos y privados, del trabajo con las familias. Fue maestra de maestros. Su
legado intelectual sigue vigente y sus textos continúan siendo fuente de
consulta obligada. Rememorar su vida y obra, veinte años después de su
fallecimiento, es un gesto de gratitud y de aliento para quienes seguimos
creyendo y apostando en la importancia de las familias en la vida de las
personas, las comunidades y la sociedad. Tuve el privilegio y la oportunidad de
conocerla y tratarla en los últimos años de su vida gracias al profesor Hernán Henao Delgado (+), quien fue su alumno
en la carrera de antropología en la Universidad Nacional.
En el Boletín Cultural y
Bibliográfico Nª 10 del Banco de la República encontramos la siguiente anécdota
de los inicios del ejercicio profesional de la doctora Virginia que ilustra su
talante humano:
Empezando mi primera investigación sobre Organización Social en la
Guajira, en 1947, me encontraba una tarde en la casa de una de las mujeres más
importantes de la zona de Maicao. Cristina, recién casada, me contaba con
orgullo que su esposo había pagado por ella una dote de cientos de vacunos,
mulares, caprinos, más collares, piedras de time, bolívares, etc. Y mientras
hacía alarde de ello, yo como mujer de otra cultura me sentía triste y
adolorida de que todavía en el país a compra de mujeres. Cuando ella terminó quedo esperando mis
elogios, pero yo, que todavía no conocía esa cultura a fondo, ni el significado
profundo de lo que oía, guarde profundo silencio. Entonces me preguntó:
Virginia, ¿y tú cuanto costaste? ¡Nada! Le respondí orgullosa e indignada, y
ella sintió una gran lástima por mí: “pobrecita, no le costaste ni siquiera
unas chivas a Roberto (su esposo)”. Después de este suceso se distanció la
comunicación entre nosotras. Más tarde sabiendo más, comprendí que cada una de
nosotras veía las cosas desde su cultura y que en este sentido tenía mucho que
aprender”. (8).
Esta lección temprana de su ejercicio profesional sigue vigente para
todos los que nos dedicamos al estudio y trabajo con las familias. Para
comprender los valores, las creencias, costumbres y vivencias de las familias
con las cuales interactuamos debemos
distanciarnos de nuestras propias creencias, costumbres y vivencias que hacen
parte tanto de nuestra familia actual como de nuestra familia de origen.
Retomo las siguientes palabras de
la doctora Virginia escribió en el prólogo de Familia y Cultura en Colombia:
Quiero inquietar a otras mentalidades, a otras técnicas y otras
disciplinas, para avanzar en este estudio. La institución de la familia
constituye un campo desde el cuál se divisan y dentro del cual se proyectan
todas las instituciones de la comunidad en sus fallas y en sus aciertos.
Focaliza más que ninguna las incidencias del devenir social y cultural patrio y
los problemas del morbo social, conformando un punto clave en su cambio.
En el recuento de lo acontecido
en las familias colombianas de los últimos cincuenta años se evidencia que la
legislación, la normatividad jurídica y la adecuación institucional y política son
siempre reactivas y posteriores a la dinámica de los cambios familiares,
económicos, sociales y culturales. Toma tiempo interpretar, incorporar y
conciliar desde el Estado las transformaciones de la sociedad. Igual puede
afirmarse de la resistencia de grupos sociales conservadores al cambio en las
creencias, las mentalidades y a la deconstrucción de imaginarios y concepciones
del pasado. Nos volvemos a referir a la
categoría de La nostalgia restaurativa de la familia nuclear, de la familia de Nazaret
que pervive aún, en muchas personas, contrastando con la realidad de las nuevas
formas de organización familiar, de los nuevos discursos y prácticas de vida
cotidiana familiar que ya no responden a ese modelo que una vez fue hegemónico.
Fuerzas de permanencia, formas transitorias y
corrientes de cambio se dan, en forma simultánea, en los procesos y dinámicas
familiares.
Las familias no son ni las salvadoras, ni las
destructoras de la sociedad. Son el resultado de los hechos y circunstancias del devenir histórico
de la sociedad. Una pregunta: ¿Son, sí
o no, las familias las responsables de la socialización primaria, de la
crianza, de la formación de los hijos e hijas, del cuidado y cooperación de sus
integrantes, de la expresión de la solidaridad, del mantenimiento de vínculos afectivos? ¿Y, si no es así, a que
grupo social o conjunto de instituciones corresponderá el desempeño de
estas funciones indispensables para el
orden social y el desarrollo integral de las personas? No hay lugar a
equívocos: todas aquellas funciones y responsabilidades que las familias no
puedan, no quieran o estén en imposibilidad de cumplir con respecto a la
protección cuidado y bienestar de sus integrantes le toca al Estado y a la
sociedad asumirlas con grandes costos y repercusiones. De ahí lo imperioso que es para el Estado y
la sociedad apoyar, acompañar y fortalecer, bajo el principio de la
corresponsabilidad constitucional, a las familias en el desempeño de sus
funciones y responsabilidades.
Retomo, al respecto, las siguientes palabras que de la doctora
Virginia escribió en el prólogo de Familia
y Cultura en Colombia:
Quiero inquietar a otras mentalidades, a otras técnicas y otras
disciplinas, para avanzar en este estudio. La institución de la familia
constituye un campo desde el cuál se divisan y dentro del cual se proyectan
todas las instituciones de la comunidad en sus fallas y en sus aciertos.
Focaliza más que ninguna las incidencias del devenir social y cultural patrio y
los problemas del morbo social, conformando un punto clave en su cambio.
Las razones y motivaciones de la
vigencia del tema de familia, tanto hoy como ayer, hacen imprescindible la
relectura juiciosa del libro Familia y
Cultura en Colombia para las nuevas generaciones de investigadores que se
inquietan e interesan por conocer y
profundizar en las vidas de las familias de Colombia.
Reconocimientos
Tuvo en vida la doctora Virginia
destacados reconocimientos públicos a su labor y trayectoria docente e investigativa. Menciono algunos:
El presidente Belisario Betancur Cuartas condecora a la
doctora
Virginia Gutiérrez de Pineda en el marco de la celebración del
Año
Interamericano de la Familia de 1983
______________________________________________________________________
La doctora Virginia Gutiérrez de
Pineda, nombrada
Directora Honoraria del Segundo Congreso Latinoamericano de
Familia Siglo XXI,
realizado en Medellín en 1998, un año antes de su
fallecimiento.
A su lado su discípula, la socióloga y antropóloga Ligia Echeverri Ángel.
____________________________________________________________________
En el 2016 el Banco de la
República rindió homenaje
a la vida y obra de la Doctora Virginia Gutiérrez de
Pineda
al colocar su imagen en los nuevos billetes de $10.000
__________________________________________________________________
De izquierda a derecha: las
trabajadoras sociales:
Piedad Estrada, Paola Barreto, Luz Marina Villa de
Yarce,
el sociólogo Luis Julián Salas Rodas, la doctora Virginia Gutiérrez de
Pineda,
la socióloga Norma Rubiano y el doctor Roberto Pineda Giraldo, esposo de
la doctora Virginia.
Encuentro en la IV Conferencia Iberoamericana sobre
Familia
realizada en Cartagena de Indias en septiembre de 1997.
________________________________________________________________________
Ver entrevista a la antropóloga
Virginia Gutiérrez de Pineda:
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Publicado el 24 may. 2018
BIBLIOGRAFÍA
Gutiérrez de Pineda., Virginia.
(1968). Familia y Cultura en Colombia:
tipologías, funciones y dinámicas de la familia. Manifestaciones múltiples a
través del mosaico cultural y estructuras sociales. Tercera edición.
Universidad de Antioquia. Medellín. 1993.
Gutiérrez de Pineda., Virginia.
(1963). La familia en Colombia. Trasfondo
Histórico. Segunda edición. Ministerio de Cultura. Editorial Universidad de
Antioquia. Medellín. 1997.
Encuesta Nacional de Demografía y
Salud. (2015). Profamilia. Bogotá.
(1). Henao, H. (1993). Virginia Gutiérrez de Pineda: una vida y una obra para la ciencia social. Prólogo a la tercera edición de
Familia y Cultura en Colombia. Universidad de Antioquia. Medellín. Pág.: XXII.
(2). Echeverri. L. (2014). Virginia
Gutiérrez de Pineda: ve lo que todos han visto pero piensa lo que otros no han
pensado. Revista Nómadas. Nª 6.
Universidad Central. Bogotá.
(3). Giraldo, Jorge y otros. (2013). Valores, representaciones y
capital social en Antioquia 2013. Universidad EAFIT. Medellín.
(4). Bedoya, M. (2018). La gestión de sí mismo. Ética y
subjetivación en el neoliberalismo. Editorial Universidad de Antioquia.
Medellín.
(5). Palacio. M. (2018). El
tema de familia clave de la política pública en Colombia: algunas reflexiones.
Congreso Internacional de Familia. REFMUR. Cartagena de Indias.
(6). Galvis. L. (2011). Pensar la familia hoy. Editorial Aurora.
Bogotá.
(7). Pachón. X. (2008). Virginia
Gutiérrez de Pineda y su aporte al estudio histórico de la familia en Colombia.
Revista Maguare. Nª 19. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.
(8). Herrera, Marta Cecilia y otro. (1987). Virginia Gutiérrez e Pineda: una vida de
pasión, investigación y docencia. Boletín Cultural y Bibliográfico Nª 10. Volumen
24. Biblioteca Luis Ángel Arango. Bogotá.
Blog en Google: Familia y otros:
¿Qué puede y no puede hacer un Ministerio de Familia por las familias de
Colombia? Luis Julián Salas Rodas. 2018.
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