August 31, 2024

Miradas y conceptos en torno a la dinámica familiar

 

Miradas y conceptos en torno a la dinámica familiar

 

Luis Julián Salas Rodas

 

Sociólogo

 

Universidad Pontificia Bolivariana

 

Especialista y Magíster en Ciencias Sociales

 

Universidad de Antioquia

 

Magíster en Ciencias de la Educación: Opción Desarrollo Social

 

Universidad París XII

 

Luijus34@gmail.com

 

X: @LuisJulianSalas

 

Blogs en Google: Familia y otros: Juntas Directivas ONG; ONG y Gerencia Social

 

Medellín - Colombia

 

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 La palabra familia viene del latín. Es una palabra derivada de famulus que significa sirviente o esclavo. La palabra familia era equivalente, en la antigua Roma esclavista, a patrimonio e incluía no solo a los parientes sino también a los sirvientes de la casa del amo

(www.etimologías.dechile.net).

 La familia como primera escuela y agencia de formación de los seres humanos

 Decimos que la familia es la primera escuela por cuanto es en ella donde se inicia el proceso de la crianza de los seres humanos. Criar, levantar hijos, sacarlos adelante, implica proporcionarles el afecto, la protección, los cuidados y la satisfacción de sus necesidades materiales. También suele decirse que la familia es la primera agencia de formación de los seres humanos. Por agencia, en familia, entendemos la capacidad de obrar, de actuar de manera consciente para conseguir sus propósitos de bienestar y convivencia pacífica. Es el ámbito de la socialización, de lo personal y de la sociabilidad, la relación con los otros. Por formación, entendemos las enseñanzas y acciones que los padres o adultos responsables inculcan, en la vida cotidiana, a los hijos en cuanto a normas, valores, creencias y costumbres indispensables como preparación para la integración social y cultural. La familia es una institución de carácter universal e histórica de las sociedades.    

 La familia se origina por lazos, vínculos de parentesco (impuesta).  afinidad (elegida) o buscada (adopción). Estos vínculos y relaciones entre los miembros de una familia crean derechos y obligaciones reciprocas de ayuda, colaboración, solidaridad. La familia es un espacio de interacción y de convivencia humana donde se configuran y expresan distintas emociones y sentimientos, a veces encontrados, como la alegría, la tristeza, el amor, el enojo, el dolor. Es en la familia donde aprendemos la lengua materna, el lenguaje. el idioma que nos permite hablar, comunicarnos. Vivir en familia implica dedicar tiempo, esfuerzos y recursos para realizar las tareas, los oficios domésticos de la casa. La familia también es un lugar de encuentro entre los géneros: hombres y mujeres y de las distintas generaciones: abuelos, padres, hijos, primos, tíos, sobrinos, primos. La familia hace parte del orden social, de la vida privada. Un sitio intermedio entre la vida pública, que pertenece a todos, y la vida íntima, que pertenece al fuero exclusivo de cada persona.

 Es en la familia donde se inicia el proceso de socialización, entendido como la forma como adquirimos los valores, las normas, las creencias, las tradiciones y las costumbres y las relaciones que nos permiten vivir en una sociedad y cultura determinada. Aprendemos a socializar de los padres, quienes hacen sus veces y los parientes, pero ellos también aprenden de los hijos a jugar, a ser más pacientes, a reír más, a ser más imaginativos, a emocionarse con las cosas simples, a sorprendernos con sus preguntas y ocurrencias, y a disfrutar el placer de aprender cosas nuevas. El proceso de socialización es, pues, de doble vía.

¿Cómo aprendemos los valores y las virtudes en la familia? A diferencia de la segunda escuela que requiere de maestros, profesores y salones de clase, la enseñanza de los valores y las virtudes las aprendemos en la primera escuela: la familia, mediante las vivencias, la palabra y el ejemplo que nos dan los padres y las personas adultas cuando son buenas y adecuadas figuras de identificación; sobre todo del ejemplo. Como bien dice el refrán popular: la palabra enseña, pero el ejemplo arrastra. Los valores son cualidades positivas de la personalidad que nos permiten guiar nuestra conducta y obrar de forma correcta tales como: la honestidad, la sensibilidad, la gratitud, la prudencia, la humildad, la amistad, el respeto, la responsabilidad, la libertad, la lealtad, la verdad, la paciencia y la sinceridad.

En la familia también aprendemos el valor de la compañía, de la fraternidad y la rivalidad con los hermanos y hermanas, a compartir los alimentos, el baño, las alcobas. Vivencias tempranas que nos enseñan a socializar luego con los compañeros del centro de desarrollo infantil, de la escuela y el colegio.

 Los valores y las virtudes, que se perfeccionan con el paso de los años, nos orientan en la vida para la búsqueda del bien, la verdad y la justicia. Forman nuestra conciencia moral. Sin embargo, también podemos aprender a obrar mal si en vez de adecuadas figuras de identificación adultas, ellas nos dan mal ejemplo. La imitación obra en los dos sentidos. O si faltamos a la coherencia entre el pensar, el sentir y el obrar, en particular frente a los hijos.

 No todos los niños y las niñas nacen y crecen en el seno de una familia. Unos son abandonados por sus progenitores y dados en adopción a otras familias con pocos meses de vida y otros no logran ser adoptados y pasan sus años de infancia y adolescencia en instituciones privadas. La mejor opción es la adopción. Progenitor es quien da vida a otro. Padre o madre es quien cría, forma, educa y brinda amor y protección.

 La privación del afecto ya sea por muerte temprana de uno o ambos padres o la carencia afectiva aun teniéndolos puede generar en los niños retrasos en su desarrollo físico, intelectual y trastornos emocionales severos, ansiedad, desorden en la alimentación, ansiedad y rechazo a quienes lo cuidan. 

 No debemos idealizar a la familia como un ejemplo de perfección e ignorar los problemas que en ella acontecen como:  el maltrato y abuso sexual infantil, la violencia, física y psicológica, de pareja, entre padres e hijos, los castigos físicos, el embarazo adolescente, el feminicidio, que deja a los hijos en situación de orfandad y vulnerabilidad. el incesto y la celotipia. Tampoco la debemos condenar como la causa de todos los males de las personas y de la sociedad. Cómo toda creación humana es falible, imperfecta, pero susceptible de mejorar. No está exenta de desavenencias, de conflictos entre sus integrantes. Los conflictos son inevitables, incluso a veces son convenientes. Lo que no es conveniente es la resolución violenta, agresiva de los conflictos pues causan sufrimiento personal y daños a la integridad física y a la convivencia pacífica.

 Dice un sabio proverbio africano que: se necesita toda una aldea para educar un niño. Adaptando el proverbio a nuestro contexto significa que no solo la familia de origen educa, forma a un niño o una niña, también influye el vecindario, la comunidad, la escuela, los maestros, los profesores, los compañeros, los medios de comunicación. La familia, ya dijimos, es la primera escuela, la primera agencia de formación del ser humano, pero no la única responsable en esa tarea de educar al niño y la niña.      

 El hogar y la familia

 La palabra hogar proviene del latín fogare que hace alusión al lugar de la casa donde se encendía el fuego para preparar los alimentos. En la prehistoria de la humanidad, cuando se vivía en cavernas, fue descubierto la manera de encender un fuego para cocinar la carne de los animales cazados. La hoguera era el sitio donde nuestros ancestros se reunían para comer y compartir en grupo los alimentos. 

 En muchas ocasiones empleamos la palabra hogar como sinónimo de familia y no es así. Existen hogares no familiares y hogares familiares. Los primeros es cuando una persona o grupo de personas ocupan la totalidad o parte de una vivienda y que sin ser parientes entre si ocupan la totalidad o parte de la vivienda que se han asociado para compartir gastos como el alquiler, la comida y la dormida. Las residencias estudiantiles son un ejemplo de los hogares no familiares. Los hogares familiares son aquellos donde también se comparten el techo, la dormida y la comida, pero, mantienen vínculos de parentesco y afinidad. En estas guías nos vamos a referir a los hogares familiares.

 La Constitución Política y la familia en Colombia

 La Constitución Política de 1991 reconoce a la familia como una institución básica de la sociedad, como un sujeto político a quien se le pueden imputar derechos y obligaciones y es merecedora de la protección integral por parte del Estado y la sociedad. Al ser incluida en la Constitución la familia es también objeto de inversión de las políticas públicas y sociales tanto del Gobierno Nacional, mediante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, como de las entidades territoriales como los departamentos, distritos y municipios del país a través de sus respectivos planes de desarrollo.

 Las definiciones legales de familia en Colombia

  Aquí es pertinente retomar la definición legal de familia que emitió el Consejo de Estado en el año 2013:

 (…)  Una estructura que se constituye a partir de un proceso que genera vínculos de consanguinidad o afinidad entre sus miembros. Por lo tanto, si bien la familia puede surgir como un fenómeno natural producto de la decisión, libre de dos personas. Lo cierto es que son las manifestaciones de solidaridad, fraternidad, apoyo, cariño y amor, lo que la estructuran y brindan cohesión a la institución.

 Lo que el Consejo de Estado afirmo con total claridad es que la familia no es solo el establecimiento de vínculos de sangre, de parentescos o afinidad civil, sino que, además, es indispensable que se sientan y expresen valores humanos en las relaciones y vínculos de sus integrantes.

 La Ordenanza # 47 de 2019 de la Asamblea Departamental de Antioquia define a la familia: como la primera comunidad y tejido relacional, social e intergeneracional de lazos afectivos y formativos a las personas unidas por nexos de consanguinidad, afinidad, civiles o de crianza. Es la unidad vital y existencial del ser humano y núcleo fundamental e institución básica de la sociedad.

 Desde sus diferentes formas de conformación, la familia está convocada a potenciar las capacidades de sus miembros y a protegerlos como a fomentar las expresiones de solidaridad, fraternidad, apoyo, amor, cuidados, respeto, ayuda mutua y educación integral entre quienes la conforman. Esta llamada a decidir libre y responsablemente tener o no tener hijos, así como la adopción, la crianza y procreación. 

 Las familias se constituyen ya sea por matrimonios civiles, religiosos o uniones de hecho. Las uniones de hecho, que están reconocidas por la Ley, son la forma de constituir familia en un mayor número.

 Vemos pues, como desde la Ley y el Derecho es muy claro y definido lo que se entiende por familia en nuestro país.

  Se asume la noción de FAMILIA en singular como norma e institución jurídica, y la noción de FAMILIAS en cuanto a su pluralidad y diversidad de formas de organizaciones familiares presentes en la sociedad.

 Los Derechos Humanos y los Derechos Colectivos en la Familia. La Unidad Persona – Familia

 La familia concita dos tipos de derechos que vienen a ser complementarios: los Derechos Humanos Universales, declarados por la Organización de las Naciones Unidas ONU en 1948, un gran logro de la civilización humana. derechos incorporados en nuestra Constitución Política; y los Derechos Colectivos, que son 19, de la Ley 1361 de 2009 de Protección Integral a la Familia. (Para una mayor información consultar en Google tanto la declaración de los Derechos Humanos como el contenido de la Ley 1361 de 2009). Estos dos derechos son complementarios pues aluden a que en la familia debemos propender por el establecimiento de la Unidad Persona – Familia. Es decir que la familia como proyecto de vida colectiva debe reconocer y respetar los Derechos Humanos de cada uno de sus integrantes, de sus aspiraciones, intereses y proyectos de vida, pues ellos se fundamentan en el principio de la Dignidad Humana. La dignidad es un valor intrínseco de cada ser humano y consiste en la valía, en el propio merecimiento y en el que deben darnos los demás en su trato diario. La dignidad también implica que el Estado, la sociedad y la familia deben procurar dar las condiciones para satisfacer las necesidades básicas y desarrollar nuestras capacidades, habilidades y talentos. Y, a su vez, cada integrante de la familia debe aportar a la búsqueda y mantenimiento de una vida familiar en armonía y convivencia pacífica entre todos. En eso reside la Unidad Persona -Familia.  

 Las dimensiones humanas de la familia   

 La familia reúne cinco dimensiones humanas de la mayor importancia: la sexualidad, la procreación, la con-vivencia, la sobrevivencia y la coresidencia. Cada una de estas dimensiones responde a las funciones que la sociedad ha delegado en la familia y que espera que ella se haga cargo. No siempre es posible para la familia el cumplirlas a cabalidad. Circunstancias y situaciones adversas y carencias materiales como: la pobreza, la falta de una alimentación adecuada, la exclusión, la desigualdad social, el conflicto armado, en el caso de Colombia, el desplazamiento forzoso, los confinamientos, el bajo nivel educativo y desempleo de los padres, el abandono, la falta de vivienda y  de servicios públicos adecuados, el hacinamiento,  las enfermedades y la deficiente atención en salud, el ,alcoholismo, la drogadicción, la violencia intrafamiliar, la lejanía y falta de vías de comunicación para las familias rurales y los desastres naturales  inciden en que las familias no puedan cumplir con sus funciones y responsabilidades con sus integrantes. Y es en estas desfavorables circunstancias donde las familias necesitan el apoyo y acompañamiento del Estado y la sociedad.

Las capacidades, habilidades, talentos y fortalezas internas de las familias

 Sin restar atención e importancia a las problemáticas de las familias hay que ver y reconocer en ellas sus aspectos positivos, las capacidades, habilidades, talentos innatos, fortalezas internas y brindarles las oportunidades reales para que puedan desarrollarlas y desplegarlas tanto de sus integrantes como del colectivo en pleno.

 Las capacidades de los integrantes de una familia pueden ser su: vida, salud e integridad física, el empleo de los sentidos, imaginación, pensamiento, sentir y expresar emociones, el aprendizaje de nuevos conocimientos y saberes, la recursividad, las relaciones sociales, comunitarias, con el entorno, el medio ambiente, el juego, la participación ciudadana en lo público y la política. Según la filósofa Martha Nussbaum las capacidades humanas tienen que ver con las libertades y oportunidades que tienen a disposición las personas en su sociedad y entorno para elegir y tomar decisiones para afrontar y resolver situaciones y problemas. La resiliencia es la capacidad que tiene una persona o una familia para adaptarse, afrontar la adversidad y recuperarse ante las situaciones difíciles de la vida y salir fortalecido. La resiliencia es una capacidad que se construye a través de la experiencia, que puede aprenderse y desarrollarse. La resiliencia nos ayuda para mejorar la salud mental y emocional.  

 Las habilidades para trabajar en equipo, generar ingresos y emprendimientos productivos y sostenibles a la economía familiar.  El desarrollo de los talentos musicales, deportivos, creativos y manuales.

 Las fortalezas internas como: la solidaridad, la cooperación, la unión, la comunicación, el diálogo, la escucha activa, la empatía, la actitud positiva ante la vida, la dedicación, la disciplina, la negociación y solución pacífica de los conflictos, el perdón.

 Transformaciones, cambios y formas de organización familiar:

  La familia, tanto como institución, como grupo humano, no es estática, ni inmodificable. Si la sociedad, las culturas cambian, la familia cambia. Y a la vez, la familia influye en ellas. La familia del ayer no es la misma de la del presente; y la futura no será igual a la de hoy. En algunos países sus gobiernos han intentado acabar con la familia y pretender que el Estado se ocupe de las cinco dimensiones ya anotadas, pero no lo han logrado.

 Otros cambios que impactan a la familia son los demográficos. En los años 50 del siglo XX el promedio de hijos por mujer era de 7. En la actualidad es de 2.9 hijos por mujer. Cada vez las familias son más pequeñas y el promedio de vida de las personas viene aumentando. La fecundidad de las mujeres ha descendido por muchos factores: un mayor nivel educativo, mayor acceso al mundo laboral y el uso generalizado de métodos anticonceptivos. Según el Departamento Nacional de Estadística DANE, la esperanza de vida de las mujeres es de 77.72 años y la de los hombres es de 73.80 años.  Las mujeres viven más años que los hombres. A medida que las personas viven más y nacen menos niños, la población se va envejeciendo Esta situación tiene repercusiones en los sistemas de salud, seguridad social y pensiones. El cuidado de las personas mayores en las familias será un asunto que deba prestarse más atención por los miembros más jóvenes.

 Una de las transformaciones de las últimas décadas en Colombia, y otros países latinoamericanos, ha sido en las nuevas formas de organización familiar que coexisten con las más tradicionales y antiguas que más conocemos:

 

·         Familia nuclear: es conformada por una pareja, un hombre y una mujer, y sus hijos que viven bajo un mismo techo.

·         Familia extensa: es la conformada por tres o más generaciones, abuelos, padres y nietos/as que conviven en una misma vivienda. Esta forma de organización familiar se denomina, también, ampliada.

·         Familia reconstituida: es aquella formada por una pareja adulta en la que al menos uno de los conyugues, o ambos, tiene un hijo de una relación anterior. Se conoce también como la familia de los tuyos, los míos y los nuestros.

·         Familia monoparental:  es cuando solo está presente uno solo de los padres, ya sea el hombre o la mujer a cargo de los hijos. Puede ser de jefatura masculina o femenina. En el país es mayor las familias monoparentales de jefatura femenina. La familia monoparental es la forma de organización familiar que más viene aumentando en el país.  

·         Familia homoparental: es la que conforman una pareja del mismo sexo, sean hombres o mujeres. La Ley colombiana les permite adoptar hijos.

·         Familia transnacional: cuando uno de los padres o ambos residen en el exterior, por motivos laborales o políticos y los hijos quedan a cargo de otros familiares adultos. A pesar de no compartir techo, ni comida persisten los lazos y vínculos emocionales o afectivos mediante el empleo de Internet, el celular y las redes sociales. Generalmente los padres en el exterior envían remesas para los gastos de sostenimientos de los hijos.

·         Familia multicultural: se da entre personas que vienen de culturas o etnias diferentes y forman familia en el país de acogida.

·         Familia de crianza: es la familia que surge de hecho, cuando hay convivencia permanente, afecto, protección, auxilio, y respeto mutuo, Esta forma de organización familiar contempla el hijo de crianza entendido como la persona que ha sido acogida para su cuidado, protección y educación durante un periodo de tiempo no menor de cinco años por una familia o personas diferente a la de sus padres biológicos sean estas familias consanguíneas o no. (Ley 2388 de 2024).

·         Familia con mascotas: es aquella en la que los seres humanos y otros animales domésticos como perros y gatos establecen vínculos emocionales y afectivos en su convivencia. 

·         Familia fraterna: alude a la situación donde no hay presencia de los padres y por lo tanto solo conviven hermanos y hermanas.

·         Familia campesina: Es la que reside en corregimientos, veredas, centros poblados y rural disperso. ocupa de las actividades de la agricultura, la ganadería, la pesca de la cual derivan su sustento económico ya sea como propietarios, arrendatarios, aparceros o jornaleros.

·         Hogar unipersonal: son los compuestos por una sola persona. Se trata de hombres o mujeres solteros, separados, divorciados o viudos que viven solos.

 Como bien podemos apreciar no existe una sola forma de organización familiar. No puede decirse que una sea más adecuada o mejor que otra. Lo más importante es que cumplan con las funciones tanto como proyecto de vida colectivo como con los proyectos de vida individual. Estas distintas formas de familia son el resultado de los cambios y transformaciones históricas en la sociedad.  Así como la riqueza de una selva es su biodiversidad, la riqueza de una sociedad reside en su socio-diversidad. Si bien existe el reconocimiento legal y social de distintas formas de organización familiar no toda forma de convivencia humana la podemos denominar familia.

 Muchos cambios han ocurrido, y otros más sucederán, en el funcionamiento, composición y dinámica familiar. Lo que no ha cambiado, ni cambiará, es que los 5 primeros años de vida, lo que se conoce como Primera Infancia, son muy importantes por cuanto es en ellos donde se dan las bases de la manera de ser, de la personalidad, del desarrollo intelectual y el biológico. Y son los padres, o quienes hagan sus veces, los que tienen a cargo esta responsabilidad. De ahí que es indispensable una crianza amorosa, humanizada, donde se cumplan las 7 metas del desarrollo infantil que propone el Grupo de Puericultura de pediatras de la Universidad de Antioquia: autoestima, autonomía, creatividad, felicidad, solidaridad, salud y resiliencia.   (www.udea.edu.co/crianzahumanizada).

 La puericultura es la rama de la medicina y la ciencia dedicada al cuidado y atención de los niños y niñas durante sus primeros años de vida, desde el nacimiento hasta finalizar la infancia temprana en los aspectos relacionados con la salud, el desarrollo físico, emocional, familiar y social.  (www.asepri.com).

 La Política Pública de Apoyo y Fortalecimiento a las Familias de Antioquia

 Un gran avance para las familias de Antioquia es que el departamento cuenta con una Política Pública para el Apoyo y Fortalecimiento a las Familias, en cumplimiento de lo ordenado en la Ley 1361 de 2009, de Protección Integral a la Familia. (Ley ya citada). Política adoptada por la Asamblea Departamental mediante la Ordenanza # 47 de 2019 y que está a cargo, en su ejecución, por la Secretaría de Inclusión Social y Familias, en todas las subregiones del departamento.

 El objetivo de esta política es de reconocer a las familias del departamento de Antioquia como un sujeto colectivo de derechos y deberes, apoyándolas mediante acciones de atención integral y fortaleciéndolas en su convivencia democrática para propiciar su desarrollo integral.

 El contar con una política para las familias permite a la administración departamental el disponer de un mayor presupuesto de inversión para desarrollar programas, planes y proyectos para el bienestar y progreso de las familias junto a las acciones locales de los municipios. Esta política también dispone de una Mesa Departamental de Familias donde participan distintas organizaciones públicas y privadas que trabajan con y para las familias en el departamento.  También se realiza, cada año, el Foro Departamental de Familias como un espacio de reflexión sobre el cuidado en familia y el reconocimiento de sus emociones y derechos. Todas las personas interesadas en el tema de familia pueden participar del Foro, en forma gratuita, previa inscripción. La familia en Antioquia hace parte de la agenda pública.

(www.vidayfamiliaantioquia.gov.co)

  Hemos presentado un panorama general de nociones y reflexiones del porque se afirma que la familia es no solo la primera escuela sino, además, la primera agencia de formación de los seres humanos. Así como de las distintas formas de organización familiar y de los cambios y transformaciones que ha tenido en su historia.

 

BIBLIOGRAFIA:

 

Galvis, Ligia. (2011). Pensar la familia hoy. Editorial Península. Bogotá.

 La Política Pública para el Apoyo y Fortalecimiento a las Familias en Antioquia.  Ordenanza #47 de 2019 de la Asamblea Departamental de Antioquia.

 Las Familias También Cuentan. Marco estratégico de la política pública para las familias antioqueñas.  (2014). Gobernación de Antioquia. Fundación Bien Humano. Medellín.

 Ley 1361 de 2009, de Protección Integral a la Familia.

 Nussbaum, Martha. Crear Capacidades: Propuestas para el desarrollo humano. Tercera edición. Editorial Planeta. Bogotá.

 Palacio, María Cristina. (2020). La Familia: Meditaciones sociológicas en tiempos ambiguos. Sílaba Editores. Medellín.

 Palacio, María Cristina. Muñoz, Hernando. (2012)- Política Pública para la Familia. Alcaldía de Medellín. Secretaría de Bienestar Social. Medellín.

 Puyana, Yolanda y otros. (2007). Familia, Cambios y Estrategias. Alcaldía Mayor de Bogotá. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. D.C-

 Restrepo, Dalia. (2017).  Familia, Teoría y Desarrollo Familiar. Universidad de Caldas. Manizales.

 Salas, Luis Julián. (2022).  Las Familias Sí Importan. Ensayos, reflexiones y debates contemporáneos sobre la situación de las familias colombianas. Multigráficas. Medellín. 

 Sen, Amartya. (1999). Desarrollo y Libertad. Editorial Planeta. Bogotá.  

 

 

  

June 22, 2024

DE LA CRIANZA, CUIDADOS, FORMACIÓN Y RESPONSABILIDADES DE LOS PADRES Y MADRES HACIA SUS hIJOS E

 

 

 

DE LA CRIANZA, CUIDADOS, FORMACIÓN Y RESPONSABILIDADES DE LOS PADRES Y MADRES HACIA A SUS HIJOS E HIJAS

 

Luis Julián salas Rodas

Sociólogo

Universidad Pontificia Bolivariana

Especialista y Magíster en Ciencias Sociales

Universidad de Antioquia

Magíster en Ciencias de la Educación: Opción Desarrollo Social

Universidad París XII

Luijus34@gmail.com

X. @LuisJulianSalas

Blogs en Google: Familia y otros; Juntas Directivas ONG; ONG y Gerencia Social

Exdirector ejecutivo de la Fundación Bien Humano

Expresidente de la Federación Antioqueña de ONG   

Medellín - Colombia

 

 

En las sociedades tradicionales del pasado los roles y funciones paterna y materna estaban muy definidos: el padre proveedor, máxima autoridad y la madre dadora de afecto y encargada de las tareas y oficios de la vida doméstica.  La familia era patriarcal y se caracterizaba por el predominio masculino en el ejercicio de la autoridad y la sumisión de la mujer y los hijos/as a los designios del jefe paterno. La prole y la parentela numerosa era otra de sus características. 

El tránsito hacia la modernidad, a la industrialización, a lo urbano implicó cambios significativos en la concepción y desempeño de los roles y funciones de los padres y madres.  Nuevas instituciones creadas por el Estado y la sociedad empezaron a asumir tareas y responsabilidades que eran propias de la de la familia tradicional.  La educación formal, la atención en salud, el cuidado de enfermos y ancianos fueron, entre otros, funciones y responsabilidades transferidos a la escuela, al hospital y al asilo.

El paso de campesino agricultor, dueño de la tierra y de los frutos de su trabajo, al de obrero asalariado en las fábricas de las ciudades fue el primer campanazo de la quiebra del modelo patriarcal de familia.  El segundo detonante fue la incorporación masiva de la mujer al mundo laboral, su reconocimiento como ciudadana, sujeto de derechos, su acceso al sistema educativo y la posibilidad real de planificar el número de hijos gracias al acceso a los métodos de planificación familiar.  Los bajos salarios y las restricciones a la cualificación de su fuerza de trabajo también fueron determinando la pérdida de poder, imagen, influencia y autoridad del padre en la familia. Todo lo anterior en una sociedad que empezó a cuestionar al autoritarismo y a dar mayor valor a las relaciones democráticas tanto en la sociedad como en las familias. 

La familia nuclear era la forma de familia más extendida y fue considerada como la ideal:  Padre, madre, hijos/as. Se tenía como ideal la armonía y la complementariedad de roles como paradigma de la vida conyugal y familiar.  El divorcio no era legal y la separación recibía una condena social, lo cual reforzaba la unidad familiar junto con la moralidad católica.

Los cambios demográficos, legales, sociales y culturales que se dieron en la segunda mitad de siglo XX incidieron en la transformación de la composición y dinámica familiar.  Nuevas formas de organización familiar se fueron configurando con el aumento de los divorcios y separaciones conyugales. Es el caso de las familias monoparentales de jefatura femenina y las nucleares poligenéticas (los tuyos los míos y los nuestros), resultado de la nupcialidad reincidente.

Inicialmente los efectos de los cambios se percibían como el fin de la familia, y, por consiguiente, su desintegración. La investigación y otros enfoques de abordar la familia dieron luces para comprender lo que pasaba: los ajustes de la organización familiar a los cambios y demandas económicas y socioculturales. 

¿Y entre estos “ires y venires” de las familias que sucedió con los hijos e hijas?  De numerosos hermanos pasamos a pocos, producto de la planificación y descenso de la fecundidad y la vida en las ciudades.  En muchas familias se pasó del padre proveedor y autoritario al padre ausente e irresponsable y de la madre hogareña y recluida en la casa a la madre-padre trabajadora generadora de ingresos al hogar.  La función e imagen paterna se fue debilitando mientras que la función e imagen materna se fue sobrevalorando.  En las familias de jefatura femenina, la mujer concentra la autoridad, la aplicación de sanciones y permisos, el vínculo afectivo y los ingresos económicos.  La violencia, el maltrato y el abuso sexual e infantil, por parte del jefe hombre, aumenta su frecuencia e intensidad en las familias.  Aumenta, también, el porcentaje de niños y niñas que crecen con familiares sin la presencia paterna y materna.  Según Profamilia, el 52% de los hijos, en Colombia, son o no deseados o nacen a destiempo.  (Encuesta de Salud y Demografía.  PROFAMILIA.  2015).

Como hecho positivo de los tiempos que corren hay que mencionar el surgimiento de nuevos discursos y narrativas acerca de las nuevas masculinidades y paternidades que reclaman un lugar distinto en los planos de lo personal, de lo familiar y de lo político de los hombres que conlleva formas diferentes de ejercer la masculinidad y la paternidad sin el peso de la figura, el rol y las funciones que le determinaba la institución del Patriarcado del pasado. Hay pues hombres que logran despojarse de la nefasta herencia del machismo, que quieren y logran ser pareja y padres amorosos, cercanos, dialogantes y responsables.

En nuestro país los efectos de la modernidad occidental han de sumarse, en cuanto a las relaciones familiares, a los del conflicto armado, el desplazamiento forzado, la migración por razones económicas y el reclutamiento infantil.  El abandono y la negligencia en las responsabilidades de la crianza siguen vigentes como una nociva práctica cultural que trasciende en el paso de las generaciones.  En los sectores populares de las ciudades algunos niños y jóvenes son involucrados a sus redes y actividades ilícitas por actores armados que infiltran, además, a las instituciones educativas. El trabajo infantil, en condiciones de explotación, aun no se ha erradicado. El embarazo en adolescentes sigue alto (una de cada cinco mujeres es madre adolescente) y baja la edad en el consumo de cigarrillos, alcohol y drogas. Como notas positivas se reseña el interés creciente por la Primera Infancia en las políticas y presupuestos públicos, el desarrollo de la Ley 1098 de 2016  de Infancia y Adolescencia bajo el enfoque de derechos,  la Ley 1361 de 2009 de Protección Integral a la Familias, y su mandato a los entes territoriales a formular, aprobar e implementar una política pública de familia en sus jurisdicciones,  el trabajo en alianza entre los sectores público y privado, y la inclusión del tema de familia en los Planes de Desarrollo Territorial en los departamentos, distritos y municipios, son algunos hitos positivos de incidencia política y acción pública en beneficio de las familias del país.  

La crianza, los cuidados, la formación y la educación de los hijos e hijas sigue, y seguirá siendo, responsabilidad primaria de las familias, independiente de su estructura, composición y organización, por cuanto ella es la primera agencia de formación de los seres humanos.  El Estado, la sociedad, las comunidades, las organizaciones sociales son, como no, corresponsables en el cumplimiento de estas tareas y funciones.  Su papel no es la de sustituir a las familias sino la de apoyarlas, acompañarlas y fortalecerlas.  Todo aquello que las familias dejen de asumir, o asuman a medias, como responsables directos de los hijos e hijas, le toca al Estado y la sociedad asumirlas de una u otra forma. Los estudios e investigaciones en sicología evolutiva, en infancia, en el curso de la vida confirman la importancia que tienen los padres, madres y adultos, o quienes hagan sus veces, en la formación de la personalidad y el carácter de los niños, niñas y adolescentes. 

La presencia, permanencia, constancia y coherencia de los adultos, como figuras de identificación positivas y significativas son muy importantes en los años de formación, desarrollo y crecimiento.   Después de la Primera Infancia, 0 a 6 años, y la Infancia, 6 a 10 años, su influencia entra a competir o se comparte con los pares y compañeros generacionales, los medios de comunicación y, hoy en día, el mundo virtual y las redes sociales.  Cuando se afirmaron las bases, las cepas de la confianza, del afecto, del mutuo respeto, del diálogo, de la autoestima, de la seguridad emocional, de la autonomía, de la solidaridad, de la creatividad y de la conciencia moral, es posible que el niño, la niña y el adolescente integren conocimientos, habilidades y competencias para afrontar los problemas y retos que conlleva el transcurrir del resto de años de su vida personal, familiar, laboral y ciudadana. Cuando las bases familiares no se dieron o fueron endebles los procesos del desarrollo humano y de socialización se resienten. Los infantes y adolescentes requieren, necesitan, establecer vínculos afectivos, maduros y estables, en su medio familiar y social.  Los cuidadores del vecindario, los profesionales expertos del jardín infantil, las madres comunitarias y los maestros y profesores pueden aminorar la carencia afectiva pero no sustituyen a los padres y madres biológicas o adoptantes.

Las prolongadas jornadas de trabajo y las demandas laborales de padres y madres, así como el hecho de que otros agentes externos como los estatales, comunitarios o privados, asuman funciones de atención y cuidados ha conllevado a que los hijos/as pequeños pasen más tiempo con terceros que con sus padres.  Muy rápido transcurren los años de la Primera y Segunda Infancia, años en que la influencia parental es mayor y más decisiva; luego vienen, como ya dijimos, los años de la adolescencia cuando los pares, amigos, compañeros, novios y novias centran el interés y la atención de los hijos/as. El proceso de la búsqueda de autonomía y los conflictos con las normas y la autoridad, propios de la adolescencia, se agravan cuando la relación parento-filial no se afianzó de forma adecuada, en las etapas tempranas del desarrollo intelectual y emocional.

Cuando la pareja convive con los hijos/as, un asunto es la relación conyugal (erótico-afectiva) y otra es la relación de la pareja con su prole. Cuando la convivencia conyugal no es posible y se presenta la separación o el divorcio como un hecho inevitable, surge, también, el riesgo para los hijos de convertirse en objeto de abandono o de disputa entre los padres.  Fenómeno conocido por los expertos en familia como Síndrome de Alienación Parental.  El interés superior de la crianza, la formación y responsabilidad se antepone, en estos casos, a los resentimientos y mutuas recriminaciones de los cónyuges. La separación o divorcio de los padres no debería nunca implicar la renuncia o un obstáculo para que ambos continúen desempeñando sus funciones paternas y maternas. El abandono y el no cumplimiento de las responsabilidades parentales, no solo la inasistencia alimentaria, deben sancionarse desde los tribunales y autoridades competentes.   A semejanza de lo que ya se viene haciendo con el uso de la pólvora por parte de niños, niñas y adolescentes, también deben ser llamados los padres, las madres, los tutores y los parientes a responder por los perjuicios y daños que sus hijos y dependientes causen al entorno y a la sociedad.  Ser responsable implica asumir tareas y compromisos, en lenguaje cotidiano: dar la cara.  Los padres y madres biológicos no pueden ser solo progenitores, y la pobreza o el exceso de trabajo no excusa para desentenderse de la crianza, los cuidados y la formación de sus hijos/as y trasladarles a terceros o al Estado y la sociedad las responsabilidades y obligaciones.

El apoyo y acompañamiento del Estado a las familias no debe reducirse, únicamente, al subsidio monetario, a los programas de salud y nutrición, a la educación gratuita y al acceso a una vivienda digna. El reconocimiento y protección de los derechos ya no solo se circunscribe a los individuales. El legislador, por medio de la Ley 1361 de 2009, de Protección integral a las familias, avanzó en el reconocimiento de los derechos colectivos de la familia en su conjunto. (Consultar la Ley en Google). Es importante y muy necesario que las familias conozcan y demanden ante el Estado y la sociedad estos derechos ya reconocidos por esta Ley.

Como sujetos de derechos y obligaciones los niños, niñas y adolescentes ya no pueden seguir considerándose como “propiedad” de sus padres y madres. Ya pasó la época del autoritarismo paterno o materno, de la irrestricta obediencia, de los internados, de los castigos físicos y emocionales en las familias y los colegios. La añoranza que lleva a revivir modelos familiares del pasado ya no es viable.  La autoridad, y su legitimidad, sobre los hijos e hijas debe ganarse, obtenerse, no por el poder del miedo y la intimidación sino por la vía del ejemplo, el diálogo y la coherencia entre el pensar y el actuar.

La época del Internet, la virtualidad y las redes sociales ha traído consigo nuevas formas de comunicación e interacción entre las personas de todo el planeta. Es un gran desarrollo, irreversible, de la ciencia, la técnica y la tecnología que ha tenido impactos positivos y negativos en la vida doméstica y las relaciones de los integrantes de las familias. El acceso al celular, al computador, a sus contenidos y al tiempo de atención que ellos demandan implican llegar a acuerdos para su buen uso y evitar los riesgos y peligros a los que puedan estar expuestos los niños, niñas y adolescentes. De ahí que resulte necesario establecer un control parental, que no prohibición, de acuerdo con la edad, las capacidades y responsabilidades de los hijos/as.   

La democracia, la formación de ciudadanía es también asunto de la convivencia familiar y escolar. El respeto por la diversidad de opinión, por la escucha activa, por la argumentación dialogada de las decisiones entre la pareja y entre esta y los hijos demanda paciencia, muchos esfuerzos, no es un asunto fácil. Los tiempos actuales son de nuevas definiciones en la expresión y concertación de las relaciones laborales, parento-filiales y generacionales. Sin paternidad y maternidad responsable no hay buena crianza y formación positiva del ser humano.  Al contario del pasado, la vida moderna nos ofrece la oportunidad de mejorar las pautas y prácticas de crianza gracias a los avances de la puericultura, de la crianza humanizada y la educación familiar preventiva, mediante el acceso a las Escuelas y Centros de Familia, públicos privados, para mejorar la convivencia democrática, la comprensión, el entendimiento y la interrelación padres-hijos/as. En todos estos aspectos sí que vale reconsiderar aquella muy conocida creencia popular de que todo tiempo pasado fue mejor….